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Ucrania coreana
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Sería interesante, si le dieran permiso en sus menesteres actuales– que seguro los tendrá si es que funcionan las previsiones del sistema en que él creía–, que el gran escritor ruso Tolstoi le diera una pensada a lo que está pasando en la guerra de Ucrania. Para empezar, el autor de «Guerra y paz» se sorprendería que hubiera semejante enfrentamiento entre dos países eslavos. Y no entendería por qué la guerra se prolonga por tanto tiempo, con ingentes suministros suministros de armas y municiones a Ucrania desde los países de la OTAN y el agotamiento progresivo de las reservas de Moscú.
Nadie sabe cómo va a terminar el conflicto. Empezó en una especie de trampa –no de Tucídides precisamente–, con la cual se pretendió extender la Alianza Atlántica a los países ex soviéticos del Cáucaso y a Ucrania. En una acción en que ya de largo está superando las expectativas más problemáticas del presidente Biden; quien ya debe estar pensando en estos momentos cómo frenar su apoyo militar y económico a Zelensky, ya en más de 50.000 millones de dólares.
En el pasado mes de marzo, en alguna intervención pública, planteé la situación increíble de una Europa que no es capaz de frenar la guerra en Ucrania derivada de la todavía hegemonía de EE.UU., y cuya solución, seguramente, no puede venir sino de las mediaciones de China cada vez más poderosa desde su enigmática actitud confuciana. A la postre, Rusia no podrá ser humillada con una derrota, que nos expondría a un episodio nuclear más que grave. Y Ucrania tampoco puede ganar, recuperando todos los territorios ocupados por Rusia, y especialmente Crimea y Sebastopol.
La solución, si así puede llamarse, será la de una guerra larga –que se inició en 2014 con la toma rusa de Crimea–, y habrá una división del territorio ucraniano, un tanto al estilo de Corea, donde hay separación Norte/Sur desde hace 69 años.
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