Deportivo
Renault 5 Turbo 3E: el “culogordo” se vuelve eléctrico
Regresa el R-5 más emblemático con una mecánica eléctrica de 540 caballos en edición limitada a solo 1980 unidades. Su precio podría rondar los 120.000 euros
En la década de los ochenta el panorama del mundial de rallyes se revolucionaba con un modelo compacto e innovador. El Renault 5 Turbo (conocido en la década de los 80 como "culogordo" por la anchura de su zona trasera, derivado del coche urbano más popular de la marca francesa, pero dotado de un poderoso motor trasero, lograba las victorias más prestigiosas, incluido el Rally de Montecarlo, a manos de piloto galo Jean Ragnoti. Hoy la marca del rombo prepara la reedición de este mito con motores eléctricos, siguiendo las últimas tendencias de la industria, en una serie limitada que ya se ha convertido en un automóvil de colección.
Si del icono de hace cuatro décadas, que incluso condujo Carlos Sainz como piloto oficial en los inicios de su brillante carrera deportiva, se fabricaron 4.500 ejemplares, esta vez solo está previsto que salgan de fábrica 1.980 unidades, todas ellas numeradas con una placa en la consola central y personalizadas al gusto del propietario. Durante el próximo mes de abril se abrirá una lista de espera donde apuntarse como futuro cliente de una de estas piezas exclusivas y los propietarios tendrán que esperar hasta 2027 para recibir su ejemplar.
Entre medias, podrán estar en contacto con fábrica para personalizar su coche hasta los últimos detalles, tanto en la pintura exterior como en las terminaciones interiores. Incluso se podrá elegir el número de chasis deseado. Aunque aún no se ha hecho público el precio, se calcula que rondará los 120.000 euros y se estima que la totalidad de los ejemplares se venderán en las primeras semanas entre apasionados de las carreras y coleccionistas.
La estética de este Renault 5 Turbo 3E, que es el modelo de carretera más potente y con mayores prestaciones que jamás haya formado parte de la gama Renault, es una interpretación moderna de los 5 Turbo y Turbo 2 de los años 80. Esta unión entre tradición y modernidad se deja ver sobre todo en el frontal, similar al del anterior, con faros cuadrados, pero ahora con luces led, y con la salida del aire en el capó. Y lo más característico, las tomas de aire en los laterales tras la puerta. Antes servían para refrigerar el motor de combustión y ahora, para refrigerar los frenos de las llantas de 20 pulgadas y para disimular la tapa de la toma de electricidad para la recarga.
Su carrocería está realizada en fibra de carbono y está también derivada del nuevo R-5 eléctrico, pero con detalles que, como hemos dicho, le identifican también con el antiguo modelo. Se trata de una versión de dos puertas de dimensiones ajustadas, ya que mide 4,08 metros de largo por 2,03 de ancho y 1,38 de alto, con una distancia entre ejes de 2,57 y menos de doce centímetros de altura al suelo. Utiliza una plataforma de aluminio y se beneficia de un centro de gravedad muy bajo gracias a la colocación en el suelo de las baterías. Algo que repercutirá muy positivamente en su estabilidad en cualquier circunstancia, ayudado por un peso de 1.450 kilos, nada exagerado para un vehículo eléctrico.
En esta plataforma se instalan las baterías de 800 voltios que alimentan a los dos motores eléctricos, cada uno de 200kw, que van instalados uno en cada una de las ruedas posteriores, lo que permite disponer de un buen maletero. Estos motores proporcionan una potencia de 540 caballos con 400 n/m gracias a los cuales se consiguen unas prestaciones espectaculares, como son una velocidad punta de 270 por hora y una aceleración de cero a cien por hora en únicamente tres segundos y medio. Las baterías aseguran una autonomía de 400 kilómetros, adecuada para un automóvil que está concebido para amantes de la conducción deportiva y que, por lo tanto, lo utilizarán en muchas ocasiones en tandas de entrenamientos en circuito. Y con una capacidad de recarga del 15 al 80% de la batería en un cuarto de hora si tenemos un poste de 350kw, pueden recuperarlo durante los descansos de las sesiones de entrenamientos. En un enchufe doméstico hay que dejarlo toda la noche.
Dentro de su espíritu deportivo, el conductor, sentado en asientos baquet de alcántara equipados con arneses de 6 puntos, tiene frente a su vista el salpicadero con una doble pantalla curva en la que se le facilitan todos los datos de funcionamiento y conexiones. Se pueden elegir cuatro modos de conducción: regular, snow, sport y race, con la función “drift assist” integrada en este último. Esta es una función especialmente pensada para los amantes del “drifting” o derrapajes sin límite, para lo cual contarán con una palanca junto al volante en posición vertical que acciona el freno de mano y bloquea las ruedas traseras para giros de 180 grados o más. Como los pilotos de rallyes hacen en las horquillas. Y como complemento, una leva en el volante de color rojo nos da un empuje de potencia durante unos segundos en caso de necesidad. Otro botón ajustará el frenado regenerativo en cuatro niveles. El resultado de todo ello es una entrega de potencia aún más inmediata que con un motor eléctrico clásico, que consigue un efecto que recuerda al del turbo de antaño, pero con una respuesta más rápida que la de los motores térmicos.
Sin duda es un automóvil que ya se ha convertido en una leyenda un año antes de su aparición oficial. Una pieza de colección que a todos nos gustaría tener en nuestro garaje. Será uno de los Renault más exclusivos producido en serie en su más de un siglo y cuarto de historia.