Tradiciones

El Entierro de la Sardina de Murcia, una fiesta pagana con 170 años de historia

Comenzó en 1851 protagonizado por un grupo de estudiantes

Imagen de la Sardina en su catafalco
Imagen de la Sardina en su catafalcoEUROPA PRESSEUROPA PRESS

El Entierro de la Sardina de Murcia es una fiesta pagana cuyos orígenes se remontan al año 1851, cuando un grupo de estudiantes ataviados con capuchones negros y utensilios de cocina recorrieron las principales calles de la ciudad portando un féretro a hombros con una sardina dentro para finalmente quemarla.

Ese primer ‘entierro’ --en el que participó el poeta José Selgas-- causó tal revuelo que varios escritores murcianos se hicieran eco, entre ellos el periodista José Martínez Tornel, quien escribió que los jóvenes formaron una “terrorífica comitiva” en la que pasearon un “disforme féretro” donde iba la sardina, que después abrasaron.

A lo largo de la historia, la celebración de este festejo incluido en las Fiestas de Primavera de Murcia y declarado de interés turístico internacional ha dependido de la situación social, política y económica del país. Así, durante años tuvo que ser suspendido por la aparición de brotes de enfermedades, vaivenes económicos o la guerra civil.

En 1854 se leyó por primera vez el Bando del Casino --que después evolucionó hasta convertirse en el Testamento de la Sardina--, y seis años más tarde la fiesta comenzó a tomar cuerpo al despertar el interés de empresas y ciudadanos de las altas esferas, que comenzaron a financiar la organización del festejo.

La visita de la reina Isabel II a Murcia en 1862 ayudó a que se extendiese su fama a otros rincones del país. Tres años más tarde, en 1865, y tras dos sin celebrarse, el Entierro de la Sardina congregó a numerosos visitantes, pero la desestabilización territorial del país obligó de nuevo a suspenderlo.

Ya en 1876 nació el testamento de la Sardina tal y como es conocido ahora. Sin embargo, sus organizadores tuvieron que suspender otra vez el festejo, en este caso a causa de la riada de Santa Teresa y el estado en que quedó el campo murciano.

Sin embargo, los murcianos volvieron a reclamar su vuelta, que no duró mucho porque en 1884 un brote de cólera lo impidió. En 1899, varios interesados se reunieron en el Ayuntamiento para retomar la fiesta y constituyeron una nueva junta hasta que en 1903 arrancó, de nuevo, una etapa de dificultades económicas.

Después de más de 20 años sin celebrarse, los murcianos reclamaron volver a enterrar a la sardina. En 1932 volvió a retomarse, pero la dicha no duró mucho por la irrupción de la guerra civil. Ya en 1942 se reorganizaron las Fiestas de Primavera y la cabalgata comenzó a desfilar con normalidad.

A partir de 1945, cuando el Ayuntamiento decidió hacerse cargo de la organización y dirección del festejo, el Entierro de la Sardina comenzó a afianzarse en Murcia. En 1967 se creó el título de honor de Pez; en 1988 se nombró la primera Doña Sardina y varias décadas después, en 2006, fue declarado fiesta de Interés Turístico Internacional.

En 2019, más de un millón de personas asistieron a esta fiesta que tuvo que volver a suspenderse por la expansión del coronavirus. Dos años más tarde, en 2022, las calles de Murcia vuelven a acoger una fiesta cargada de simbolismo, historia y alegría.

Tintes carnavalescos

El Entierro de la Sardina es una tradicional fiesta con tintes carnavalescos que simboliza el paso a un periodo de libertades y cierto descontrol tras los ritos tradicionales propios de la Cuaresma, donde no estaba permitido comer carne.

En otros lugares, la sardina se lanzaba al mar para garantizar la repetición del Carnaval al próximo año, pero en Murcia es quemada en la noche del sábado ante la expectación general.

Los Grupos Sardineros son el alma del Entierro y los acompañantes de la sardina a su funeral. Casi 400 personas, reunidas en 23 agrupaciones, son las encargadas, a ritmo de charanga y con brillante indumentaria, de extender la fiesta por la ciudad repartiendo juguetes y sonrisas.

Cada uno de estos grupos recibe el nombre de antiguos dioses romanos y griegos o de personajes mitológicos relevantes --como Apolo, Baco, Centauro, Diana Cazadora, Selene o Vulcano--, lo que aporta misticismo a la celebración.