Turismo y playa

El "Cabo de Gata murciano" cuyas playas aún son salvajes, según National Geographic

Este rincón natural situado en pleno corazón regional, se ha convertido en uno de los tesoros ambientales más destacados del litoral mediterráneo

Imagen de una cala en el ámbito del Parque Regional de Calnegre y Cabo Cope
Imagen de una cala en el ámbito del Parque Regional de Calnegre y Cabo CopeCARMCARM

La Región de Murcia esconde entre sus entrañas lugares únicos, naturales y extraordinariamente bellos que generan un recuerdo imborrable en quienes los visitan. Esta tierra rodeada de mar, de naturaleza y de parajes inéditos esconde en su costa un enclave que nada tiene que envidiar a los icónicos espacios que se pueden encontrar en Ibiza, en Almería o Formentera.

Bautizado como el "Cabo de Gata murciano" por National Geographic, el parque regional de Cabo Cope y Puntas del Calnegre es uno de esos lugares en los que la naturaleza impera sobre cualquier otra cosa. Un espacio único situado entre las localidades de Lorca y Águilas, que únicamente está rodeado de campos de cultivo, y cuya carta de presentación es un auténtico oasis de mar en el que poder retirarse a descansar, desconectar y disfrutar de la pureza del aire.

Este territorio ocupa una porción de las sierras costeras de la parte oriental del litoral murciano y en él, una amalgama de materiales y estructuras geológicas confluyen dejando tras de sí todo una simbiosis de elementos que hacen único a este lugar.

De hecho, en este parque regional se pueden encontrar hasta restos fósiles que se encuentran en las dunas, así como las praderas submarinas, que se unen a la grandiosidad de este espacio en el que las playas y los acantilados completan el que se erige como uno de los lugares más destacados de la geografía murciana.

Según informa el Instituto de Turismo de la Región, el Parque goza de buen clima, por lo que puede ser visitado durante todo el año. En verano las temperaturas hacen recomendable ir provisto de agua y alguna prenda que proteja del sol. Además, aconseja llevar material óptico y fotográfico. Una de las mejores épocas para la visita es el final del invierno, que aquí se torna primavera prematura; los matorrales lucen sus mejores galas en plena floración.