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Opinión

Realidad imprevisible

Los resultados de la política internacional son imprevisibles. Nada es como aparenta. Quizá sucede con mayor intensidad en las relaciones internacionales que en la política interna. El deshielo entre las dos Coreas es un buen ejemplo de esta situación. La visita que la hermana de Kim Jong Un realizó a su vecino del sur puede servir para que comiencen negociaciones entre ambas partes y para que, por lo menos, desaparezcan algunos focos de la tensión que, desde hace tanto tiempo, aquejan a esta zona del planeta. La oferta, sin duda, resulta tentadora. La invitación para que el presidente de Corea del Sur, Moon Jae In, mantenga reuniones con el régimen de Corea del Norte en Pyongyang podría ser el inicio de un nuevo rumbo en las relaciones entre ambas partes. Los Juegos Olímpicos de Invierno han sido una buena ocasión para que tenga lugar un acercamiento de este tipo en un momento en el que poco cabía esperar para la solución de la crisis abierta entre las dos Coreas. Las imágenes de los dos mandatarios, y los saludos que intercambiaron, han suavizado las expresiones más evidentes de un conflicto que todavía permanece. Podría interpretarse que comienza una nueva etapa, pero también que se trata de meros gestos que ambas partes necesitaban para atenuar una tensión que iba creciendo. Nada se ha resuelto todavía y estamos muy lejos de cualquier atisbo de reunificación. Ahora lo más urgente es impedir que surja cualquier manifestación de un conflicto bélico en la zona y que Corea del Norte decida paralizar o suspender su programa nuclear. Se trató de una simple visita, pero allana el camino para iniciar un diálogo que conduzca a algunas soluciones. Llama la atención que, al tiempo que las relaciones entre el régimen de Pyongyang y Estados Unidos se encuentran en uno de sus peores momentos, aunque ayer hubo un primer indicio de aproximación, se produzca un acercamiento entre las dos Coreas. Por ahora, no hay renuncia ni cesión alguna de ninguna de las partes. Ni tampoco cabe esperar, sinceramente, que se produzcan avances decisivos en poco tiempo. Pero la realidad es impredecible. La crisis entre las dos Coreas debe resolverse por medios pacíficos y esto no será posible únicamente con la participación de los dos Estados que están más directamente involucrados. China y EE UU siguen teniendo en sus manos las claves para una eventual solución o, por lo menos, para reducir al mínimo un conflicto que podría ser de bastante envergadura. Una simple visita puede desactivar un conflicto o quizá sea, en realidad, la expresión de que algunas de las partes están muy interesadas en resolver las aristas más incisivas del conflicto. Todo puede comenzar con una visita o puede, en poco tiempo, olvidarse que se produjo.