Opinión

El festival de los sueños

En el momento en que salga esta columna se habrán celebrado ya los Oscar y, como la escribo antes, me voy a atrever a hacer unas cuantas predicciones a bulto para que ustedes me saquen los colores. El mundo en general desearía un premio para Gary Oldman porque es un actor gigantesco, pero, como es inglés y cae un poco antipático en California, es bastante posible que la academia haya estado tentada de olvidarse de él. Otro asunto que parecía venir anunciándose es que podría ser el año de Guillermo del Toro. Creo que hay que felicitarse por ello, dado que Del Toro es un tipo simpático, gran trabajador, todo lo que dice parece de buena persona y, además, ha mostrado sobradamente su talento artístico. Ahora bien, da un poco de rabia tener que alegrarse por ello casi como consuelo, ya que «La forma del agua» no es lo más singular que ha hecho y tiene un embarazoso aroma a un par de manos de pintura sobre unos cuantos tópicos narrativos un poco oxidados.

Quizá la habitual endogamia hollywoodiense acabe ejerciendo un efecto de involuntaria justicia poética y ese vaivén de veleidades haya derramado varios premios sobre «Tres anuncios en las afueras», un acueducto de solidez narrativa con Frances McDormand dentro. Es otra actriz como la copa de un pino, con filmografía que merece premio, pero de nuevo lo injusto es tener que desear casualidades más que poder celebrarlo con la plenitud glorificadora correspondiente.

Otra cosa que me temo seguro puede preverse es que habrá habido alguna reivindicación. Es parte ya de estas ceremonias. Al fin y al cabo, tiene cierta lógica porque unos premios de cine no dejan de ser un festival de sueños. Y ¿qué cosa son las reivindicaciones sino sueños futuros? Quizá lo mejor sería concentrarlas todas en una ceremonia y hacer el festival de las Reivindicaciones en el Teatro Chino de Hollywood: con sus premios a la reivindicación mejor vestida, la más actual, la más independiente, etc. Sea como sea, habrá valido la pena si al final de todo esto tenemos una foto de Gary y Frances sonriendo juntos mientras sostienen algún galardón. Me gusta que ganen los buenos, hasta cuando lo hacen por casualidad.