Opinión

Días de escuela

«No es esto, no es esto...» fue la conocida frase de Ortega y Gasset en el periódico «Crisol» para señalar que los republicanos estaban, en 1931, perdiendo de vista sus objetivos. La sentencia ha quedado como modelo a aplicar cuando alguien tiene intención de llevar algo a cabo pero la realización práctica que le termina saliendo no tiene nada que ver con lo pretendido. Su equivalente callejero sería la expresión: «Sé de quién hablas, pero no ha venido». Algo parecido es lo que podríamos decir de la reciente escuela de gobierno del PSOE.

Para nuestro país, un PSOE equilibrado, tirando a compacto, con movimientos dirigidos a incluir más que alejar, es un factor deseable de estabilidad política. Muchos de los jóvenes votantes, que hace años le dieron a ese partido la mayoría para cambiar este país, pasan ahora a ser un núcleo importante de los pensionistas. Cuanto menos volátil sea ese espectro sociológico en su voto, menos sobresaltos políticos tendremos. Pero, en la famosa escuela de gobierno, no vimos a Felipe González ni a Susana Díaz. Hombres como Solana y Borrell, que hace años cambiaron para siempre a mejor con sus decisiones de gobierno las estructuras de nuestro país, no tuvieron protagonismo magistral. En fin, que no quedó claro si la famosa escuela era para aprender o para enseñar al resto del mundo. La sensación que se proyectó fue, más bien, como si el PSOE estuviera hueco por dentro, costándole rentabilizar sus logros de la Historia reciente de nuestro país. Hasta una simple asociación como Sociedad Civil Catalana sabe sacarle más partido a la retórica, la fuerza y el orgullo ideológico de todo un dirigente francés como Manuel Valls. El PSOE, atrapado entre sus dos miedos principales (el que le provoca Ciudadanos y el que le tiene a Podemos), parece inmovilizado ahora mismo para proponer líneas de acción practicables o de calado. Quizá deba volver a su origen transicional, dejar de avergonzarse injustamente de su propio 78. Puede que su antiguo votante, ahora pensionista, se lo agradeciera. Aunque, probablemente, para algunos de sus actuales dirigentes, tal esfuerzo precisaría no ya de una vuelta a la escuela, sino casi de un retorno a preescolar.