Opinión

Guerra tibia

Se dice que las guerras siempre obedecen finalmente a una de las dos grandes causas: la motivación ideológica o la motivación económica. Pero ¿no late bajo toda ideología un motivo de lucro económico? Incluso cuando se trata de un lucro modesto, pequeño, casi sórdido, resulta que, a veces, calmar el hambre con una promesa difusa de cierto beneficio económico ha montado los arabescos más impensables de muchísimas ideologías. Otras veces, se trata efectivamente de un lucro codicioso, gigantesco, pensado para capturar los grandes resortes y controlar así por definición lo más pequeño. Detrás de todo ello –lucro o ideología–, se diría que asoma el miedo. Stendhal (el autor de «La cartuja de Parma» y «El rojo y el negro») lo expresó de una manera genial con una observación escrita hablando de los ingleses en sus «Recuerdos de egotismo». Decía: «Estos honrados ingleses, constantemente acuciados por el temor de morir de hambre si se olvidan un instante de trabajar».

Esa actitud, llevada por unos y otros a un diferente orden de cosas, parece que reactiva ahora una especie de nueva Guerra Fría. El imaginario miedo a morir de insignificancia en el tablero internacional y la real pérdida de oportunidades de lucro económico que eso conlleva crea absurdos. La gran diferencia con la antigua guerra fría es que entonces se enfrentaban dos bloques con excusas ideológicas diferentes para prometer el futuro. Ahora no sucede eso; la ideología de entrada se intenta que sea la misma, pero, en un bando, no aparecen límites éticos para enviar públicamente a sus agentes a cometer crímenes si con ello se ganan unas elecciones. La democracia nos suena a todos muy bien, pero hay quien todavía no sabe practicarla y está cursando el preescolar de libertad y derechos civiles. Putin, al final, como quiere hacer negocios con los demás, volverá a ponerse la piel de cordero una vez se le haya pasado el miedo a su crisis económica y a perder las elecciones. La situación parece más una guerra tibiamente comercial que una congelada en ideologías. Recuerda en mayor medida a la Belle Epoque y a Mata-Hari que a la Guerra Fría de James Bond. Pero mal asunto cuando es el miedo quien guía las decisiones humanas.