Opinión

Filetes con patatas

Recuerdo muy bien aquel infantil olor de los filetes con patatas fritas, comida de niños por excelencia que no por ello deja de entusiasmar a los adultos, y ahora salen desde la Unión Europea a poner pegas a todo, hasta a las honestas y hogareñas patatas fritas por mor de la «acrilamida», un compuesto orgánico que hace cuarenta años ni conocíamos, pero que, por lo visto, se forma en alimentos durante la cocción a altas temperaturas, especialmente en productos que contienen almidón, como es el caso de las patatas, y que está considerado como cancerígeno para el ser humano.

Este compuesto se concentra en la parte más tostada de ciertos elementos, como por ejemplo en los bordes de las patatas fritas, de las galletas o de los biscotes, por poner tres casos, así que, desde las altas instancias de Europa nos dan instrucciones y hasta recomendaciones para elaborar las comidas sin que puedan llegar a ser perjudiciales para nuestra salud, como por ejemplo remojar las patatas antes de freírlas para que pierdan el almidón, no someter los alimentos a altísimas temperaturas y, desde luego, no dudar en echar a la basura todo aquel comestible que pudiera aparecer mínimamente chamuscado.

En este sentido estaría altamente desaconsejado el café por su condición de tostado y hasta de torrefacto y el tabaco, que no hace falta que se nos diga y se nos reconvenga más insistentemente su malignidad. Siempre es preferible prevenir que lamentar y creo que estas normas básicas son perfectamente asumibles en la vida cotidiana porque, al final, va en favor de nuestra salud y ¿por qué no? de nuestro sentido del gusto. ¿A quién le agrada llevar a la boca un alimento requemado, un magnífico huevo que ha estado en la sartén más tiempo del debido? Mimemos con cuidado nuestro cuerpo y nuestro paladar que la contrapartida es siempre saludable y placentera.