Opinión

Victoria inesperada

La posibilidad de que los políticos presos y en el exilio puedan presentarse en unas nuevas elecciones abre un escenario con el que los independentistas ni soñaban. La información que hoy publicamos ha sido recibido por Junts per Catalunya y por ERC como un balón de oxígeno. Uno de los principales problemas que se analizaban en el seno del independentismo era que sus líderes no pudieran presentarse en un hipotético escenario de elecciones. Si esto se producía, se debería propiciar un recambio ante el que no estaban preparados. ERC debería sustituir de un golpe a Oriol Junqueras y a Marta Rovira, a la vez que perdía uno de los valores en alza, el independiente, Raúl Romeva. En Junts per Catalunya, el problema se centraba casi exclusivamente en la retirada de Carles Puigdemont, su único candidato y su único valor añadido que hizo posible una inesperada victoria en las elecciones del 21 de diciembre, aunque cabría añadir también la pérdida de Jordi Sánchez y otros valores como Jordi Turull y Josep Rull.

Ambos grupos sin candidatos deberían rebuscar entre sus tropas. Los republicanos optaban por Roger Torrent, el actual president del Parlament, o Pere Aragonés, un hombre de Junqueras. JxC lo tenía sustancialmente peor, y abría la posibilidad de que el PDeCAT recogiera un testigo que había perdido cuando Puigdemont les retiró su confianza e hizo su propia lista. Los holligans de Puigdemont, sin líder, quedaban huérfanos y entre sus miembros se hubiera desatado una guerra sin cuartel para designar al nuevo líder. Ciertamente, Puigdemont ungiría a su sustituto, pero las garantías de repetir un “gran triunfo”, quedaban en entredicho.

Este vacío de poder, por ausencia de líderes, podría ser ocupado por la CUP que recuperaría posiciones, lo que encendía todas las alarmas en el mundo independentista. Quizás, este elemento, la no presencia de los actuales líderes en las listas, era el que más apretaba para evitar unos nuevos comicios ante la incertidumbre de los resultados. Ahora, sin la presión que desvela LA RAZÓN, el panorama da un giro de 180 grados. Los independentistas no tienen la presión de formar gobierno porque una nueva convocatoria electoral abre un nuevo escenario de confrontación con el Estado que podría conllevar un aumento de la “internacionalización del conflicto”. Sería complicado explicar en Europa que los procesados pueden ser candidatos, y si encima ganan las elecciones las miradas de desconfianza a España se podrían multiplicar.

En la opinión pública casi seguro y en la opinión de los estados es un riesgo más que evidente. Fuentes consultadas por este diario en la órbita de los partidos independentistas se mostraban incrédulos ante la información, a la par que la recibían con un cierto entusiasmo. Redoblarían la presión al Estado y apaciguarían las aguas internas no revolviendo una sucesión que se hacía espinosa. Casi, casi, la noticia fue recibida como una victoria. Inesperada, eso sí.