Opinión

Las evidencias

Tuve la suerte de conocer en los ochenta a un gran número de mujeres de mente independiente que cambiaron las conductas femeninas y salieron en su vida diaria a hacer lo que querían, donde querían y cuando querían. Casi todas ellas me contaron cómo, en su deambular individual por sitios y lugares, sufrieron algún episodio de violación. Poca broma: digo casi todas ellas. La proporción está tan cerca del cien por cien que da escalofríos. A veces denunciaron, otras no; todas sufrieron y siguieron adelante. No vengo a recordar este hecho ineludible para presionar a ningún juez. Lo traigo aquí para presionarnos a todos nosotros, para presionar a la sociedad. Mientras no desterremos de nuestros valores al matonismo, no podremos hablar de libertad e igualdad.

Pienso a la vez también en otro hecho que estos días, por lo que sea, no he visto comentado en ningún sitio, aunque bien puede estar sucediendo. Y es el caso de jueces que estarán justipreciando sucesos donde tienen claras sospechas de que todo ha ido de cierta manera, de que todo apunta a más de lo que las pruebas y evidencias disponibles permiten establecer como probado. Por mucho que se investiga, esas evidencias e indicios no aparecen y hay que sentenciar. Entonces, el juez, yendo contra sus propias sospechas, creencias y opiniones, reconoce en conciencia que lo que él deduce honestamente no le consta y debe atenerse a lo que, de cara a la ley, ha podido evidenciarse. Es decir, decide juzgar por lo que se halla ante él como demostrado, no por sus creencias u opiniones. Ese juez me gusta, tanto desde el punto de vista humano como el profesional; porque así desearía ser juzgada cualquier persona ante un tribunal, sin sobrevaloración de creencias y opiniones, por razonables que fueran.

Un último apunte inevitable al hilo de todo esto: los que piden a los jueces penas más elevadas en los casos que se deduce una violencia soterrada (aunque no aparezca manifiesta) deben ser coherentes y usar el mismo rasero para otros temas actuales donde también se esté evaluando si existió violencia manifiesta o no. Lo que no podemos exigirles a los jueces es que apliquen dos varas de medir según nuestros gustos, creencias u opiniones.