Opinión
Ustedes que pueden
Ustedes que pueden, dialoguen, silbó dicharachera una reportera ídem ante el acribillado cuerpo de Ernest Lluch. En España, a la operación de dialogar con asesinos, consultar el criterio de golpistas y sustituir los tribunales por palcos, y al turbio cambalache de jueces por emisarios, le dicen «hacer política». Bien. Hagan política. Comiencen por explicar en Bruselas que el espacio Schengen y la Euroorden quedan entubados tras los sucesivos episodios de mofa, burla y escarnio a un socio de la Unión. Que los fiscales belgas no están para explicarle al Tribunal Supremo español cómo funciona nuestra ley o cómo se argumentan nuestras ordenes de detención. Que los jueces alemanes nos toman por gilipollas cuando comparan el intento de secesión de una parte del territorio nacional con la toma de la pista de un aeropuerto.
O que si la rebelión hubiera alcanzado sus objetivos no habría ya euroórdenes sino cumbres de Estado con Puigdemont o Torra. Que las ministras alemanas no deberían de aprobar las sentencias antes de que se dicten ni, mucho menos, comentarlas a posteriori y en términos nauseabundos respecto a España. Que la UE nace como reacción al nacionalismo. Por definición xenófobo. Genocida a poco que las circunstancias exijan depuraciones. O que el llamado procés consiste en un mambo revolucionario que aspira a mutilar los derechos de buena parte de la ciudadanía, a triturar el demos, mientras funda soberanías y establece repúblicas mediante criterios identitarios: a falta de raza y Rh buena será la lengua como metro de platino iridiado fascista. Hagan política, ustedes que pueden aunque no quieran, también en España. Perfeccionen la tipificación del delito de rebelión.
Que en el siglo XXI ya no requiere del galope de un general ecuestre sobre los lomos de sus señorías para ciscarse en el ordenamiento y demoler constituciones. Hagan política, si quieren aunque no sepan. Reflexionen sobre la intrascendencia de un 155 que envió 6 funcionarios a Cataluña, dejó intacta TV3, incólumes las estructuras que permiten la marginación de los hispanohablantes e indemnes las regalías a los medios privados donde el hoy muy honorable Kim Torra ayer volcaba sus áureas reflexiones respecto al español medio y ese sudor mucoso, como de sapo resfriado, que brota de sus mohosas axilas. Hagan política. Si todavía saben. Si quieren o pueden. O váyanse al carajo.
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