Opinión

Dunning-Kruger

Desde que la política española se juega en un tablero a cuatro, da la sensación de que también se ha repartido en pequeñas porciones la habilidad de sus líderes. Todos han apostado por esperar a que la fruta madure más, despreciando los riesgos que ello entraña. Ciudadanos ha emergido sobre las cenizas de una parte del antiguo imperio del Partido Popular, incendiado por la corrupción y lo que sus votantes entienden como errores en la cuestión catalana.

A la vista de un Gobierno paralizado por la imposibilidad de acometer reformas legislativas, aún sin presupuestos y con Cataluña en la UVI, el Sr. Rivera podía haber forzado la maquinaria para jugarse La Moncloa. Sin embargo, ha decidido dar oxígeno al Sr. Rajoy, con su apoyo a las cuentas públicas, al tiempo que le castiga, manteniendo los golpes en el flanco catalán.

El PSOE, influido por los sondeos, también ha preferido moderar el castigo al Gobierno y del «no es no» ha pasado a besarle allí donde Ciudadanos le golpea. Toda su jugada consiste en esperar para que el Sr. Rivera se agote y los votantes tengan que mirar al Partido Socialista como la alternativa.

Podemos ha cerrado la puerta e intenta ordenar su casa, demasiado ruido y un error estratégico en Cataluña les proporciona un horizonte confuso. El Sr. Iglesias espera en el sillón de su hogar a que las elecciones municipales le curen.

En definitiva, todos descansan, esperando a que el adversario dé un traspiés que le haga caer.

Pero todo está por ver. El Partido Popular, una vez que tenga luz verde en los presupuestos, puede seguir dando cancha a Ciudadanos o poner en marcha la estrategia de la que todos hablan y dicen que arruinará los objetivos del líder naranja.

El tiempo corre en contra del Sr. Rivera. Es difícil mantener durante mucho tiempo una imagen inmaculada en una etapa en la que la política española se ha convertido en una auténtica trituradora, en la que se busca el daño a la persona y no a sus ideas.

Pero tampoco debería pensar el Partido Socialista que va a ser el beneficiario de la catástrofe que ocurra en la derecha. Después de cuatro años al frente del PSOE, el balance del Sr. Sánchez es haber pasado de 110 a 85 diputados y continua cayendo en los sondeos, así que parece que el problema es, entre otras cosas, él.

A todo esto, la economía poco a poco va a ir recuperándose en una vía paralela y estanca al devenir de lo público. Es posible que la percepción ciudadana de que la política no sirve para nada vaya in crescendo, porque no habrá relación alguna entre la acción gubernamental o parlamentaria y el crecimiento del PIB.

Desgraciadamente, también puede cundir la idea de que tampoco depende del poder político la manera en que se distribuya esa riqueza.

Los líderes conseguirán sus objetivos personales o no porque su estrategia resulte errónea, da igual. Lo que no han entendido es que la inacción no es la antítesis del riesgo, sino lo contrario.

Dos profesores de sociología de la Universidad de Cornell, en Nueva York, después de realizar diversas investigaciones llegaron a la formulación del efecto Dunning-Kruger, que consiste en la incapacidad de un individuo para reconocer su propia ineptitud.

El reverso de la moneda es que los individuos altamente capaces se suelen subestimar, porque entienden que lo que para ellos no tiene dificultad tampoco lo tiene para los demás.

O nuestros líderes son muy listos o son muy incapaces. Aunque es posible que solo uno sea el listo y los otros no.