Los puntos sobre las íes

Cuando llamas sauna a un prostíbulo

El colmo del cinismo es colocarte a la cabeza de la manifestación para ilegalizar la prostitución

Sospecho que no hay gente más cínica en el planeta Tierra que las huestes sanchistas, que no socialistas. Conviene no confundirlos porque ya no son lo mismo. Ni tampoco gente más putera: en eso sí coinciden socialistas y sanchistas. He de recordar que en los ERE, 679 millonazos de latrocinio, empleaban dinero del contribuyente para irse de prostitutas y meterse cocaína por sus santas narices. Vamos, que les pagábamos los polvos físicos pero también los metafísicos. El caso Tito Berni es otro paradigma de esta infamia: el diputado se acostaba con señoritas de compañía y se perfumaba la nariz en plena pandemia pasándose por el arco del triunfo el toque de queda. Y la cuadratura del círculo la tenemos con este Gobierno que enchufaba a meretrices en empresas públicas, se sufragaba el fornicio con pasta procedente de mordidas e incluso llegó a abonar el alquiler de un piso de lujo a una escort con cargo a un contratista público. Y para que nada ni nadie falte es menester también recordar que Pedro Sánchez ha vivido gracias a los billetes de 500 que acumulaba el suegro. Papá Sabiniano, proxeneta de hombres y mujeres, les regaló a él y a Bego el estupendo piso de Pozuelo de Alarcón y la casita de la playa en Mojácar. Esto es un suegro y lo demás tonterías, el problema, como digo, es que el parné provenía de la repugnante industria de la prostitución. Conclusión: Feijóo no incurrió en hipérbole alguna cuando acusó a su futuro antecesor de ser partícipe a título lucrativo de este sucio negocio. Lo que todos sabíamos pero nadie contaba. Un hecho que certifica incontrovertiblemente la catadura moral de Begoña, de esos polvos vienen estos lodos en forma de cuatro imputaciones, y por extensión la de su maridísimo. Cuando llegas a la conclusión de que la prostitución ajena es un medio de vida legítimo, molón, lo siguiente es ponerte el mundo por montera y lo subsiguiente situar el umbral legal y ético un centímetro por encima del suelo. Y el colmo del cinismo es colocarte a la cabeza de la manifestación para ilegalizar el que por otra parte resulta ser el oficio más antiguo del mundo. Que el partido con más puteros por metro cuadrado y el presidente que vivió de la trata de hombres y mujeres nos impartan lecciones éticas y estéticas a los demás es para mear y no echar gota. Con todo, lo más indignante es observar a medios como TVE, el bulero El País, el socialcomunista eldiario, la Ser y demás banda gubernamental tratarnos al resto de los mortales como si fuéramos tontos de baba. Ahora la especie que suelta esta chusma consiste en que Adán, el estandarte de los 17 establecimientos que controlaba Sabiniano, era una sauna y, por tanto, «no un prostíbulo». Plantean sin ruborizarse que no se pagaba por mantener relaciones sexuales con lo cual no se puede hablar de lenocinio, en fin, que era poco menos que un spa o una sala de fiestas. Gracias al frikísimo Bob Pop y otros clientes o prostitutos adanescos hemos ratificado lo obvio: que allí se apoquinaba por orgasmo, a 40 euros la unidad. Y no sólo eso: los satánicos menoreros hacían allí de las suyas con los imberbes chaperos que el local ponía a su disposición. Son puteros, proxenetas, facilitan la pederastia, se benefician de todo ello, van de abolicionistas por la vida y nos intentan vender que una sauna es poco menos que un hospicio de las Hermanitas de los Pobres. Y aún hay hombres y, lo que es peor, mujeres que corean «¡Viva Pedro Sánchez!».