Opinión
Hotel Letra
Me acerqué con la motocicleta este fin de semana al hotel Le Méridien en el Vendrell, en Tarragona, a poco menos de una hora de Barcelona por la costa. Allí organizan cada año las jornadas literarias Transversal que ya han conseguido atraer hasta el hotel a gentes de tan diverso pelaje ideológico, geográfico y narrativo como Manuel Vilas, Cristina Fernández Cubas, Fernando Iwasaki, Matías Néspolo, Sergio del Molino, Martín Caparrós, Carlos Zanón, Llucia Ramis, Berna González Harbour, Jorge Carrión, Rosa Ribas, Monika Zgustová o Juan Soto Ivars.
Llega el momento de las exclamaciones admirativas: ¡un evento literario de envergadura! ¡¡de iniciativa privada!! Uno siente por un momento la excitante posibilidad de vivir en un país civilizado. Todos los mencionados publican en diferentes sellos que van desde Anagrama, Alfaguara o Asteroide, solo por empezar con la primera letra del abecedario editorial, lo cual es un repaso de primer orden a nuestro actual panorama narrativo. Le Méridien es una cadena que, partiendo de París, tiene hoteles y Resorts por todo el mundo. En el Vendrell, han rehabilitado un balneario del siglo pasado, para encerrar entre sus muros eventos de este tipo, como aliciente a sus visitantes. Iniciativas así me reavivan el deseo soñador de, cuando sea mayor, conseguir ser un inglés que vive en la costa mediterránea francesa. Es puramente un anhelo onírico de biblioteca mental, pero qué bien se respira en sus tumbonas. Más cuando encima participan guionistas de series de televisión como Javier Olivares o Lluís Arcarazo que despojan de cualquier aroma de torre de marfil la reflexión sobre la labor narrativa. La frase que habría que llevarse a casa la pronunció este año el escritor argentino Martín Caparrós. Fue clara, tallada y diáfana como un diamante: «Los absolutos solo sirven para evitar el trabajo de tener que pensar más las cosas», dijo. Ponerla en el frontispicio de cualquiera de los asuntos que van a pasar estos días, antes de empezar a darles vueltas, sería la mar de higiénico. Después de sopesar la frase, qué pereza entonces abandonar el horizonte de letra y mar azul para volver a los temas domésticos de banderas y capturas de votos.
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