Opinión

Un Ejecutivo con goteo

Pedro Sánchez está sorprendiendo. No sabemos todavía todo su gobierno, pero en las últimas horas el goteo de nombres era continuo. Es un gobierno, evidentemente, pero tiene un corsé. Sánchez y su equipo ya definieron los objetivos políticos del Ejecutivo antes de ponerse el presidente a descolgar el teléfono para rellenar los ministerios. El tiempo es lo que no sobra y el gobierno debe actuar bajo dos premisas: una agenda limitada a las prioridades y unos ministros que tienen la consigna de aplicarse de forma inmediata porque los tiempos apremian. Estas prioridades tienen nombre y apellidos. Agenda social –empleo, precariedad, innovación e investigación, pobreza infantil, vivienda, sanidad universal, pensiones, violencia de género e igualdad–, Europa y Cataluña.

Todos los movimientos del presidente sobre su gabinete –que ayer ultimaba con sus asesores el decreto de estructura, básico para constituir los nuevos ministerios y repartir competencias– tienen una intención final. Carmen Calvo será la vicepresidenta y ministra de Igualdad, lleva en su nombramiento un mensaje a los independentistas catalanes –fue la negociadora del 155–, levanta la bandera de la igualdad y contra la violencia de género y hace un guiño al PSOE histórico. Igual que Josep Borrell, que vuelve a ser ministro en un lugar clave para dar la batalla en Europa –que Rajoy y Dastis perdieron por incomparecencia– contra el independentismo. Cataluña será asumida, igual que el País Vasco, por una profesora de Derecho Constitucional, Meritxell Batet, al frente de Administraciones Públicas. Batet es dialogante al tiempo que firme, y tiene una relación política fluida con Miquel Iceta. Ambos, uno en Madrid y otro en Barcelona, serán el frente de Pedro Sánchez para bajar el «suflé» catalán. El reto parece un imposible, pero será clave en el futuro del gobierno socialista.

El nombramiento de José Luís Ábalos es un gesto hacía el partido. Hace unos días, el secretario de organización del PSOE, que lo seguirá siendo, contaba que llegar al gobierno «es una oportunidad para el partido». Seguro que Ábalos sabe que el Ministerio de Fomento es un banco de recursos para el territorio, y hay elecciones dentro de un año. En el área económica, dos sorpresas. Nadia Calviño, ministra de Economía, que ha enviado un mensaje de tranquilidad a Bruselas y a Europa porque «es una de las nuestras». El mundo económico también elogió su nombramiento porque dejaba en la cuneta a Manu Escudero, el responsable económico del PSOE, que en este año al frente de la política económica de los socialistas ha sido incapaz de tender puentes con las entidades empresariales. María Jesús Montero, una susanista experta, desde la Consejería de Hacienda en Andalucía, en, nada más y nada menos, que financiación autonómica, la gran asignatura pendiente, y FLA. Tiene por delante un gran reto, pero, las haciendas y la fiscalidad no son desconocidas para ella.

Teresa Ribera dirigirá un nuevo ministerio que dará la vuelta como un calcetín a la política energética y medioambiental española para afrontar la lucha contra el cambio climático. El PSOE está dispuesto a lanzar un gran mensaje a los ecologistas y poner las primeras piedras de un cambio total que empezará con el desmantelamiento de las nucleares. El actual mix energético tiene ya los días contados.

El único garbanzo negro que conocimos ayer fue Carmen Montón, la consejera de Salud de Valencia que pasará al Ministerio de Sanidad. Estuvo con Sánchez en su primera ejecutiva y ahora compartía gobierno con Ximo Puig, con el que tenía una relación manifiestamente mejorable. Montón, gran defensora de la sanidad pública, tiene un problema, no sabe escuchar. Sería bueno que en esa nueva etapa copie el talante de Sánchez. No sería un mal comienzo.