Opinión

Dow Jones: el fin de una era

El 26 de mayo de 1896 se creó el Índice Industrial del Dow Jones, compuesto originalmente por doce empresas: American Cotton Oil Company, American Sugar Company, American Tobacco Company, Chicago Gas Company, Distilling & Cattle Feeding Company, General Electric, Laclede Gas Company, National Lead Company, North American Company, Tennesse Coal, Iron and Railroad Company, U.S. Leather Company y United States Rubber Company. Dos hechos deberían llamarnos la atención de este listado. El primero es que casi todas las grandes empresas estadounidenses de finales del siglo XIX estaban vinculadas a la producción o transformación de materias primas (algodón, plomo, carbón, caucho, etc.). 120 años después, el mundo ha cambiado radicalmente, dado que hoy las empresas predominantes no están tan relacionadas con lo material cuanto con lo intelectual. Las fuentes de riqueza se han trasladado desde el capital físico al humano. Segundo hecho significativo: ninguna de estas doce grandes compañías continuaba dentro del Dow Jones Industrial. Sólo había una excepción: General Electric –la empresa originalmente fundada por Thomas Alva Edison en 1890 y que ha ido reinventándose desde entonces hasta convertirse en un variopinto conglomerado– se había mantenido ininterrumpidamente dentro del índice. Hasta este martes. El Dow Jones Industrial decidió esta semana excluir a General Electric de su club tras sustituirlo por Walgreens, la segunda cadena de droguerías del país, sólo por detrás de CVS. Con este cambio, pues, ninguna de las firmas originales del Dow Jones Industrial sigue integrándolo. Algunos analistas han descrito el cambio como «el fin de una era». Y lo es: el fin (simbólico) de una economía basada en la producción industrial y el reinado inequívoco de una economía basada en lo digital. Hoy, las dos mayores empresas del Dow –y con mucha diferencia– son Apple y Microsoft, cuya capitalización bursátil más que duplica a la del tercer y cuarto puesto del ranking (JP Morgan y Johnson and Johnson). También figuran en el Dow otras compañías intensivas en conocimiento como Intel, Cisco o IBM. ¿Qué conclusión se saca de todo ello? Primero, que la economía es cambiante. Conforme se modifican los gustos de los consumidores, así como las tecnologías disponibles, nuestros modos de producir necesariamente han de alterarse y, al hacerlo, nuevas compañías emergerán para liderar ese proceso. Segundo, dado que los gustos de los consumidores y las tecnologías disponibles están cambiando continuamente, ninguna empresa puede dormirse en los laureles. Si lo hace, otras vendrán que la desplazarán. Las posiciones de dominio permanentes no existen en los mercados libres. Y tercero, en contra de lo que suelen afirmar economistas como Piketty, «los ricos» no se vuelven automáticamente más ricos por el hecho de tener capital y reinvertirlo. Precisamente porque las posiciones de dominio eternas no existen, uno sólo consigue incrementar su capital si es capaz de reinvertirlo cada día en los procesos productivos que mayor valor generen para el resto de la sociedad. General Electric no está en la vanguardia de ese cambio y, por eso, ha sido desplazada del Dow Jones.