Opinión

Trump: proteccionismo y libre comercio

En apenas veinticuatro horas, Donald Trump ha enviado dos mensajes aparentemente contradictorios a propósito del libre comercio. Por un lado, este pasado martes, el Secretario de Agricultura estadounidense, Sonny Perdeu, anunció que la Administración republicana estaba planteándose aprobar un nuevo paquete de ayudas al sector primario del país por valor de 12.000 millones de dólares como consecuencia de los daños que la escalada arancelaria global les está infligiendo. Por otro, este miércoles, Donald Trump publicó un tuit reclamando aparentemente una liberalización comercial a gran escala entre la EE UU y la UE: «La Unión Europea acudirá mañana a Washington para negociar sobre asuntos comerciales. Tengo una propuesta que hacerles. ¡Que tanto EE UU como la UE eliminen todos sus aranceles, barreras y subsidios! ¡A eso sí podríamos denominarlo verdaderamente libre mercado y comercio justo! Ojalá lo hagan: nosotros estamos preparados... pero ellos no». Como decía, podría parecer que estamos ante dos actitudes contradictorias: primero se prometen subsidios al agro y luego se arenga a desmantelar todo subsidio en nombre del libre comercio. Sin embargo, tan aparente contradicción puede tener más de una explicación.

Por un lado, los hay que piensan que Trump es, en el fondo, un firme defensor del libre comercio. Desde esta perspectiva, su reciente escalada proteccionista –o sus promesas de subvencionar a sus agricultores– respondería a una refinada estrategia consistente en presionar a la Unión Europea con persistentes aumentos de aranceles hasta que ésta ceda y termine acordando una apertura comercial bilateral. Por otro lado, los hay que pensamos que Trump sólo está utilizando la hipocresía de la Unión Europea para ocultar su propia hipocresía: a saber, el republicano está justificando internamente su estrategia mercantilista (que ha venido defendiendo con uñas y dientes desde antes de ser candidato a la Presidencia) tratando de visibilizar el proteccionismo que también existe en la Unión Europea. «Nos critican por subir nuestros aranceles pero, en el fondo, son ellos quienes no quieren bajar los suyos». Pese a que tiendo a suscribir la segunda interpretación, ambas hipótesis podrían acabar revelándose como ciertas. No en vano, Trump cuenta con dos asesores en esta materia: Larry Kudlow –defensor del libre comercio y de la globalización– y Peter Navarro –enemigo del libre comercio y partidario del proteccionismo exterior–. Cualquiera de ellos podría ser el que está dirigiendo la presente estrategia comercial del republicano aunque, de momento y atendiendo a las decisiones políticas adoptadas, parece que las opiniones de Navarro son las que están prevaleciendo: el mundo es hoy un lugar con menor libertad comercial que antes de la llegada de Trump a la Casa Blanca. Con todo, no está de más aprovechar la ocasión para recordar que la otra parte en esta polémica, la Unión Europea, es tan hipócrita en asuntos comerciales como el propio Trump: el Viejo Continente se rasga las vestiduras por la escalada proteccionista iniciada en EE UU cuando ellos son los primeros que no están dispuestos a renunciar a sus aranceles y a sus subvenciones. Ni el uno ni los otros creen en un comercio genuinamente libre y abierto a la competencia internacional.