Opinión
España ya es Lampedusa
Lo cabe mejor ni mayor definición de la demagogia que la que planteó Lincoln: «Es la capacidad de vestir ideas menores con palabras mayores». Siempre he sostenido que era falsa la imagen que se intentaba crear de un Sánchez más próximo a Forrest Gump que a Felipe González. A un servidor no le colaron ese lugar común porque conoce al personaje y porque nadie llega a secretario general del PSOE si acumula menos neuronas que un mosquito. Que es astuto hasta decir basta lo demostró con su «no es no» y esa resurrección cual Rocky Balboa en la lona durante su segundo asalto al castillo de Ferraz. Lo de inteligente ya es otro cantar, pero, por desgracia, en la política moderna prima más la listeza que la consistencia intelectual. Pero esta vez se ha pasado de listo al estilo del Zapatero de sus peores tardes echando mano en cantidades industriales de esa demagogia que es la auténtica enemiga de la democracia. Su versión posmoderna del «papeles para todos» va a provocar un problema social de tres pares de bemoles donde antes no había ninguno. Nadie le va a discutir el salvamento del «Aquarius», ese barco que navegaba lleno de seres humanos rumbo a una muerte segura. Pero olvidó aplicar ese viejo aserto del Evangelio de San Mateo que es taxativo a la hora de distinguir la pura caridad del aberrante oportunismo: «No dejes que tu mano izquierda sepa lo que hace la derecha». No pretendo yo, Dios me libre, que el agnóstico Sánchez tire de Biblia para gobernar. Pero sí que se hubiera acordado pragmáticamente de esa frase a la hora de ordenar el rescate del barco que el fascista Salvini rechazó en Italia. Rajoy salvó en seis años 5.000 almas que vagaban a la deriva por el Mediterráneo y el Atlántico. Pero no lo cacareó porque sabía que esas armas las carga en forma de efecto llamada ese diablo que son las mafias. Los esclavistas del siglo XXI ya saben que en Italia no se andan con bromas y por eso se han trasladado en masa a Marruecos a la espera de sortear el Estrecho. La demagogia de Sánchez se traduce ya en 50.000 personas esperando a cruzar esos 15 kilómetros que les separan de una España cuyo Estado de Bienestar no da para más. Gracias, Pedro. España ya es Lampedusa.
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