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Opinión

Pedro, Pablo y los celos de Albert

Pedro Sánchez y Pablo Casado protagonizaron el jueves su particular escena del sofá en la Moncloa. Compartían el objetivo de que se visualizara que ellos son Gobierno y la Oposición con mayúsculas, que se reconocen como tales y que se respetan. Sánchez y Casado, por ahora, tienen una cierta sintonía. Todo muy diferente a la tensión personal que existía entre Rajoy y el líder del PSOE, lo que no impide que en la Moncloa avance la sensación de que el líder del PP, finalmente, pueda ser imputado por el máster obtenido en la Universidad Rey Juan Carlos.

El Gobierno, con pequeños detalles, quiso realzar el estatus de Casado y él y su equipo lo agradecieron. Albert Rivera dejó que trascendiera su molestia. El jefe de Ciudadanos también persigue una reunión con Sánchez, pero tendrá que esperar. Casado ha desempolvado la idea del bipartidismo imperfecto y a los socialistas no les inquieta. El barómetro del CIS, que ahora preside José Félix Tezanos, sí estuvo cocinado, pero a la baja para el PSOE, porque los resultados iniciales eran todavía mejores para Sánchez y los suyos.

Casado estaba muy interesado en sonsacarle al presidente la fecha de las elecciones andaluzas. Intentó confirmar que Susana Díaz piensa en el 28 de octubre, aniversario de la histórica victoria del PSOE de Felipe González en 1982. No logró su objetivo, porque Sánchez le insistió en que él no lo sabe, aunque le advirtió: «¡Por si acaso, prepárate!» Donde no dejan de prepararse es en la Moncloa. Ayer el pianista británico James Rhodes publicó una elogiosa «Carta a Sánchez» en El País. Convocado de urgencia, a las 16,30 lo recibía el presidente. En la campaña permanente hay que aprovechar todo. Tiempos nuevos. Pedro y Pablo, con estrategias ahora paralelas, sintonizan y Rivera, algo celoso, deberá esperar.