Opinión

Vamos tarde

De qué sirve la Unión Europea si es incapaz de evitar que los fugados de la justicia se escondan en los resquicios del sistema judicial cuando tienen el dinero y el amplio equipos de abogados necesario? Socialmente es además injusto, porque si eres pobre no tienes la opción de aprovecharte de esos recovecos ¿De que sirve también la UE si no puede protegernos de que Ryanair destroce las vacaciones de la gente? Cuando el capo de una línea aérea empieza a venderse en su zona como un valiente que desafía la burocracia, estamos escuchando la clásica música del caciquismo. La respuesta a estas incómodas preguntas sobre la unión es que sirve para muchas otras cosas. Entre ellas, para que Juncker recuerde a los napoleoncillos de barrio como Puigdemont o Torra lo que es democracia.

La UE me recuerda al colisionador de hadrones del CERN en Suiza; un gran proyecto que por sus dimensiones requiere mucho tiempo y una gran construcción. Debe hacerse bien, con cuidado, verificando cada una de sus junturas con un control de calidad exigente. Cabe preguntarse si en los últimos veinte años no estamos construyendo ese gran colisionador administrativo untando sus conexiones con aguaplast. La gran época de las naciones fue de 1850 a 1950; la gran época de los estados fue hasta ayer mismo. Pero, desde la globalización digital, el único futuro son las uniones. Y vamos ya tarde aquí en Europa con los detalles de la nuestra.

Podríamos empezar por reconocer que el islamismo es ya una religión europea. Las cifras demográficas así lo indican. Por tanto, toca racionalizar el islamismo de la misma manera que la racionalización del cristianismo y del judaísmo fue lo que propició la prosperidad tranquila de lo que llamamos países occidentales. No va a ser fácil: esa tarea con otras religiones fue cosa de décadas enteras. Pero se va a hacer, si todos estamos de acuerdo en que queremos libertad de palabra y pensamiento, igualdad ante la ley, gobierno representativo, no violencia y Estado de derecho (democracia más ley). El camino será largo. Entonces ¿a qué tanto plañidero melindre euroescéptico o regionalista si ninguno estaremos aquí para colaborar cuando encaremos el final de esa evolución?