Opinión

El clima y los mensajes

Ante un clima político que, en principio, amenazaba con la clara posibilidad de que se repitiera la patética utilización partidista de los asesinatos islamistas del 17-A, ayer los políticos intentaron de una manera filistea rebajar el tono ideológico de sus manifestaciones por aquello del que no se diga.

En sus remedos de mensajes institucionales para todos, citaron al pueblo, al país, a la patria, a la ciudad; como si cualquiera de esos entes abstractos fueran una señorita o un anciano que nos puede ser presentado para decirnos en persona lo que quiere. Pero en ninguno de esos discursos escuchamos citados, con nombre y apellidos concretos a ninguna de las víctimas ni se contó su historia.

Ya pasa un año de los injustos y dramáticos atropellos y parece mentira que a ningún preboste se le haya ocurrido que el mejor discurso institucional sería contactar con las víctimas, escoger una de ellas, subirla a la tribuna y que nos cuente quién es, de donde viene, como fue todo y cómo le afectó esa tragedia. Parece que los políticos no están por cederles el protagonismo a nadie, ni siquiera en el caso de los más escalofriantes sucesos. En USA suele hacerse y el testimonio directo de una víctima que era una persona como usted y como yo, quien de golpe vio truncada su biografía familiar de una manera incomprensible y arbitraria, suele ser un momento muy emocional e iluminador.

Podemos estar seguros que si cualquiera de las víctimas hubiera subido ayer al atril institucional para contarnos su historia no habría hablado ni de lazos amarillos, ni del rey, ni de cosas similares; sino que habría citado realidades más directas, humanas y cotidianas. Sus preocupaciones discurren por otro camino. Un sendero muy alejado del de los políticos de vuelo gallináceo y grandes expresiones genéricas totalmente vacuas.