Opinión

Infierno rojo para ricos de nómina

Pablo Iglesias, que reaparece mañana, ya lo explicó en La Tuerka (29-11-2012): «A la izquierda le iría mejor si en lugar de prometer paraísos para los parias de la tierra, prometiera un buen infierno rojo para los ricos». Los jefes de Podemos creen que en España atacar a los ricos da votos y quizá tengan razón. Por eso están empeñados –y el PSOE atrapado en su minoría parlamentaria– en proponer subidas de impuestos a los que ellos llaman ricos. No son los auténticos, sino esos pocos miles que trabajan por cuenta ajena –empleados, ricos de nómina– y ganan más de 120.000 ó 150.000 euros y todo el mundo los conoce en su empresa, en su barrio, en su comunidad de vecinos. Y en el país de la envidia, que al vecino que vive bien lo cruja Hacienda es muy popular. «¿Por qué gana lo que gana y yo no?», se preguntan tantos sobre compañeros, conocidos y rivales. Iglesias está convencido de que ese es su gran caladero de votos. Tal vez esté en lo cierto y por eso no soltará una presa a la que sobre todo le interesa demonizar.

Los «verdaderos ricos» son otros, contados y muy alejados de la mayoría de la gente. Por eso, generan sobre todo curiosidad, pero la envidia que despiertan es muy en la distancia. «En España, muchos presumen de ricos; pero ricos de verdad, solo lo somos unos pocos», explicó con desparpajo Emilio Botín, abuelo de la actual presidenta del Santander –Ana Botín–, en una inusitada entrevista televisiva con Mercedes Milá, amiga de su hijo Jaime. Han pasado más de 30 años y el banquero podría mantener sus palabras. También por aquella época, otro banquero, Alfonso Escámez, presidente del Banco Central en los años ochenta y noventa del siglo pasado, entonces el mayor banco del país, aseguraba que España había sido «un país sin capitalismo». Gracias a eso, él mismo, que empezó de botones llegó a la presidencia de la entidad.

La subida de impuestos a los ricos que intentará tramitar Pedro Sánchez apenas supondrá un 0,1% más de recaudación y ni tan siquiera es seguro. Hay ejemplos.Cuando Montoro subió los impuestos en 2012, las declaraciones superiores a 150.000 euros –hay otras fórmulas legales para pagar a los altos y menos altos directivos y los verdaderos ricos se organizan de otra manera– bajaron y Hacienda ingresó menos. No importa, la baza de Podemos es anunciar un infierno rojo fiscal para los ricos –asalariados– de al lado para contentar a su clientela y ganar votos. El paraíso para los parias puede esperar.