Opinión
Arriola forra los libros de su nieto
El contrato de Pedro Arriola con el PP finaliza el 31 de diciembre. Lo adelantó este periódico, en estas mismas páginas, al principio del verano (ver LA RAZÓN, 30-06-2018), antes incluso de que el PP eligiera presidente a Pablo Casado. El contrato, cuyo origen se remonta a hace 29 años, en tiempos de José María Aznar, está suscrito entre el Instituto de Estudios Sociales, empresa participada mayoritariamente por el sociólogo, y el PP. El acuerdo, de duración anual, prevé su renovación automática por un año si, tres meses antes de su vencimiento, no se dispone lo contrario. Eso significa que la fecha límite para cualquier cambio es el 30 de septiembre. Hasta ahora, siempre se había renovado de oficio y ahora, también como está previsto, ambas partes han comentado el asunto y no se renovará, algo que el propio Arriola había sugerido hace tiempo. En el pasado y durante la última legislatura, habló de su retirada con Mariano Rajoy, pero al final se comprometió a continuar como asesor mientras el ex-líder del PP siguiera en la Moncloa.
Pedro Arriola, tras las vacaciones, se reunió con el nuevo tesorero del PP –un viejo conocido y amigo, por otra parte–, Sebastián González, y decidieron de mutuo acuerdo y con toda cordialidad activar los mecanismos previstos en el contrato que, esta vez, no se prorrogará. Los equipos administrativos de Génova y los gestores del Instituto de Estudios Sociales se encargarán de los últimos detalles y de dejar zanjado el asunto. Mientras tanto, Arriola (Sevilla, 1948), marido de la veterana diputada Celia Villalobos, ha iniciado los trámites ante la Seguridad Social para solicitar la jubilación, ya sea en su fórmula activa o pasiva. El sociólogo presume de haber acumulado años cotizados para dar y tomar. Esperará, sin prisas, que los procedimientos administrativos sigan su curso, algo que también le ocurre al propio Mariano Rajoy, que aguarda en Santa Pola (Alicante) que el Boletín Oficial del Estado publique –es preceptivo aunque ya lo tenga adjudicado– su traslado efectivo a un registro de Madrid. Por otra parte, insiste en que –más allá de quienes intentan lanzar insidias– no hay ninguna novedad en su situación y su relación con el PP porque todo estaba previsto y anunciado y que a nadie debe llamarle la atención. Cree que Cataluña es el «gran problema y que todo lo demás va de acompañamiento» y ahora pretende tomarse un tiempo para atender con tranquilidad asuntos personales, entre los que estos días figura el «ayudar a forrar los nuevos libros del colegio a mi nieto mayor».
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