Opinión

Podemos, contra el ahorro privado

Podemos no sólo quiere acabar con las sicav, asfixiar a las grandes empresas o subir los impuestos a las rentas del capital: también le ha exigido al PSOE que ponga fin a las deducciones por aportación a planes de pensiones. De acuerdo con la formación de Pablo Iglesias, acabar con semejante bonificación tributaria reportaría 2.000 millones de euros a las arcas públicas, lo que a su vez permitiría financiar la reindexación de las pensiones públicas al IPC. La justificación empleada es, sin embargo, tramposa: el coste de la indexación no sólo es creciente en términos nominales año a año (el próximo año habrá que incrementar las pensiones sobre la base ya incrementada del presente año), sino que además corre a cuenta de los ingresos de la Seguridad Social, entre los cuales no se encuentra el IRPF. Dicho de otra manera, suprimir la deducción a los planes privados de pensiones no contribuiría a mejorar la situación financiera de la Seguridad Social, y ni siquiera ayudaría a cuadrar las cuentas consolidadas del conjunto de las administraciones públicas en el medio plazo: reindexar las pensiones al IPC supondrá durante los próximos años un coste presupuestario muy superior al que pueda rapiñarse merced a la eliminación de las ayudas fiscales a los planes de pensiones. Nótese que la justificación empleada por Podemos no sólo es tramposa, sino también estatalizadora. Lo que busca la formación de Pablo Iglesias es que el ahorro privado de los españoles se reduzca y que, en consecuencia, éstos se vuelvan totalmente dependientes de las transferencias que reciban del sistema público de pensiones.

En lugar de potenciar la autonomía personal para labrarse su propio destino al margen de las dádivas que pueda proporcionar el Estado, Podemos quiere encadenar a los españoles a las transferencias públicas que gestionen arbitrariamente los políticos: todo dentro del Estado, nada fuera del Estado. No obstante, hay que reconocer que la crítica contra la bonificación a los planes de pensiones tiene un poso de razonabilidad: los planes de pensiones son, en general, un vehículo de inversión financiera muy mal gestionado. La rentabilidad que cosechan muchos de ellos ni siquiera es capaz de cubrir la inflación anual. Por ello, sí resultaría harto deseable que esa bonificación, específica para un único vehículo de inversión, se reconvirtiera en una bonificación para cualquier forma de ahorro a largo plazo. Si estamos preocupados por el ahorro previsional de los ciudadanos (dada la precaria salud de la Seguridad Social, hay excelentes motivos para estarlo), lo lógico sería promover fiscalmente el ahorro a largo plazo, pero no canalizado a través de un único mecanismo –como los planes de pensiones– sino a través de cualquier otro –fondos de inversión, ETFs, acciones o incluso ladrillo–. Las desaforadas críticas de Podemos a los planes de pensiones constituyen una oportunidad para abrir un necesario debate sobre la fiscalidad del ahorro previsional en España. No dejemos que el populismo de Pablo Iglesias opaque el debate racional sobre esta cuestión.