Opinión
Elsa Artadi, la Soraya catalana
Pedro Sánchez, tras el lío de la tesis y el «error» de copiar sin citar en su libro, sabe que se juega una gran parte de su futuro político en Cataluña. Su politica catalana le dará y quitará votos dentro y fuera del Principado, aunque quizá sumar unos y otros sea una de esas cuadraturas del círculo político que tanto apasionan a Iván Redondo. El discurso radical del presidente vicario de la Generalitat, Quim Torra, incomoda en algunos sectores del PSOE. Ernest Maragall y sus confusas palabras sobre lo que dijo o no dijo la ministra Batet y la posiblidad –ninguna– de influir en la Fiscalía a favor de los políticos presos ha enmarañado todo aún más, además de abrir una espita. Miembros del Gobierno de Sánchez y del de Torra han especulado sobre hipotéticas soluciones futuras para los encarcelados.
Borrell no dudó en afirmar que prefería que estuvieran, al menos, en libertad provisional. La ministra de Justicia, Dolores Delgado, que acumula quebraderos de cabeza, eludió decir lo mismo, pero hubo quien entendió que lo piensa, igual que el propio Sánchez, parapetado en su papel de presidente. El problema es que quizá no guste a su clientela andaluza, que pastorea Susana Díaz. «El principal enemigo de la dirección del PSOE es el susanismo», mete cizaña la podemita Teresa Rodríguez.
En Cataluña, entre Torra y su jefe Puigdemont, entre el vicepresidente pactista Aragonés y su referente Oriol Junqueras, emerge la figura enigmática de Elsa Artadi, consejera de Presidencia y portavoz de la Generalitat y ariete independentista. Marta Pascal, desde la retaguardia, todavía recuerda que Artadi rechazaba la independencia cuando llegó al PDeCAT. Al lado de Puigdemont, cambió de bando y, desde antes del verano, mantiene reuniones «secretas» con la vicepresidenta Carmen Calvo. Hay una cierta sintonía entre ellas, pero quienes conocen a la catalana, afirman que será ella quien se lleve el gato al agua. «Artadi es su propia y única jefa», explican independentistas pragmáticos que buscan una salida a la situación.
Hay quien ha hablado de un futuro –tras el juicio y una posible condena– indulto, que ni Torra ni Puigdemont aceptarían, porque no les vale una sentencia de culpabilidad. En los momentos más tensos, Artadi, ambiciosa sobre todo, dibuja a lápiz para relajarse, mientras en Cataluña cada vez son más los que la apodan la Soraya catalana, por los paralelismos que le encuentran con la ex vicepresidenta Sáenz de Santamaría.
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