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Opinión

Sanchez, Cataluña y el hilo de Ariadna catalana para Sánchez

Pedro Sánchez sabe que el asunto catalán no tiene solución a corto y medio plazo. Lo admite ante interlocutores de mucha confianza. Ayer, el presidente, tras su periplo americano, respiró. Temía el aniversario del 1-0. Hubo bronca, altercados y Quim Torra se pasó mucho de frenada al arengar a los CDR (Comités de Defensa de la República): «Presionad, hacéis bien en presionar». Intolerable. Sin embargo, todo pudo ser mucho peor. Los incidentes «pre-borrokas» con los «mossos» del fin de semana preocuparon y alertaron. El mito adanista del independentismo amable y sonriente catalán se derrumbó una tarde de otoño. Muchos partidarios de la independencia que mantienen sus convicciones y no cambiarán su voto, barruntan que la presión callejera que reclama Torra, pueda ser contraproducente y acarrear problemas personales. Por eso, algunos empiezan a cansarse de la movilización permanente.

Pedro Sánchez, en la Moncloa, vive pendiente de la contabilidad electoral del mago Iván Redondo, convertida en Cataluña en una especie de «black-jack» político. Tan malo es pasarse como no llegar. Están en danza buenas palabras sobre presos, indultos futuros e incluso una actuación benévola de la Fiscalía cuando empieza el juicio contra Junqueras, Forcadell y los demás encausados. Ministros socialistas importantes e incluso el propio presidente han hecho algún amago, sin que ni Torra ni nada haya reaccionado favorablemente. Para los independentistas las cartas del Gobierno no son suficientes. Otros socialistas temen que el inquilino de la Moncloa se pasa en su jugada y que lo pagará en las autonómicas y municipales. El documento de la Asociación de ex diputados y ex senadores, que reclama la unión de los constitucionalistas ante las humillaciones contra los demócratas en Cataluña, tiene a socialistas como principales impulsores.

«Todo está enquistado», apuntan nacionalistas no independentistas. Sánchez no puede conceder lo que pide Torra. Ambos lo saben. Quizá por eso, han surgido dificultades en los contactos preparatorios de la próxima reunión entre el inquilino de la Moncloa y el presidente de la Generalitat. Prevista para septiembre, todavía no hay fecha para octubre. Quizá se retrase más. El independentismo vive más cómodo con el PSOE que con el PP, porque araña concesiones, sobre todo más dinero, y algún gesto, pero nada le parece suficiente sin referéndum y sin políticos en la cárcel. Es el laberinto catalán y Pedro Sánchez empieza a entender que no tiene un hilo de Ariadna que le guíe con seguridad hasta la salida o hasta las elecciones. El aniversario del 1-0 fue preocupante, pero pudo ser peor.