Opinión
Claro que con Rajoy vivíamos mejor
Que Mariano se fue como se han ido todos los presidentes que en democracia han sido, por la puerta de atrás, es tan cierto como que el todo de su labor no podrá quedar nunca empañado por esa breve pero desafortunada última parte. Siempre le reprocharemos el egoísmo en su epílogo, pero mucho más le agradeceremos esos seis años en los que evitó el rescate y nos devolvió a los puestos de honor de la locomotora económica europea. Porque de los polvos de su no renuncia vienen los lodos de este Ejecutivo que es ya, por derecho propio y en tiempo récord, el peor de la historia. Si hubiera dejado a un lado el orgullo legando a Soraya o Pastor no tendríamos de caudillo a un okupa mentiroso, chulo, jeta, plagiario, mediocre y censor. Que, para colmo, aterrizó en Moncloa como jamás hubiéramos imaginado en un socialdemócrata: de la mano de golpistas, proetarras y bolivarianos.
No nos subirían los impuestos como si no hubiera un mañana, no iríamos camino de pagar un 31 por ciento más por el diésel, no nos habríamos convertido en el coladero number 1 de inmigrantes ilegales, no estaríamos generando paro a borbotones, el crecimiento del PIB no habría pasado del 3,1% al 2,7% en ¡100 días! y el guerracivilismo zapaterista no pasaría de ser una pesadilla del pasado. Claro que comparar la categoría, la gestión y el acervo individual de Rajoy con el de Sánchez es como trazar un cotejo entre Cristiano y el extremo izquierdo del equipo de mi pueblo. Un disparate siquiera plantearlo. El primero es un político responsable, el segundo un frívolo al que le da igual ocho que ochenta con tal de seguir en el machito e ir de marchuki en Falcon. Con el primero rascas y hay seso para dar y tomar.
Al segundo le metes la uña y sólo sale serrín. Rajoy es el último mohicano de esa clase política que jamás removió las aguas del bendito Pacto de la Transición. Sánchez, el más claro exponente de esta generación que demuestra que en nuestra democracia cualquier tiempo pasado fue intelectualmente mejor. Con Mariano vivíamos mejor. Pensábamos que contra él, también, pero no han hecho falta ni 10 semanas para comprobar que no. Huerta, Montón, Duque, Delgado, Celaá y el propio autor de la tesis fake son la demostración de que no se puede ser más inmoral en menos tiempo.
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