Opinión

Vox dará el triunfo a Pedro Sánchez

Pedro Sánchez estaba eufórico el domingo tras participar en Alcobendas, al norte de Madrid, en la carrera solidaria organizada por el Club de las Malasmadres. Casi al mismo tiempo, en el Palacio de Vistalegre, al sur de la capital, Vox, el partido de la derecha extrema que lidera Santiago Abascal, organizaba su primer gran acto, reunía a unos 10.000 simpatizantes, arremetía contra la «derechita cobarde» –el PP– y la «veleta naranja» –Ciudadanos–, y anunciaba «100 medidas urgentes para España», muchas de ellas inconstitucionales.

Sánchez, de vuelta a la Moncloa, se frotaba las manos. Las encuestas anuncian que Vox irrumpiría en el Congreso con al menos un par de diputados, pero hasta el domingo la derecha más radical no había escenificado su fuerza yAbascal y los suyos esperan un efecto de arrastre tras Vistalegre. El líder del PSOE y su equipo contaban con Vox en sus cálculos electorales y no se sorprendieron. Tan solo celebraron el relativo éxito de Abascal y los suyos. Los dos escaños que otorga la demoscopia a Vox hay que restarlos, multiplicados por tres o cuatro, en el mejor de los casos, a los que obtenga el PP de Pablo Casado. No es magia, ni hay ninguna trampa; es la aplicación de la ley D'Hont que, aunque en teoría prima a las mayorías, facilita que las minorías obtengan escaños. La matemática electoral, quizá no sea cristalina, pero es evidente y si Vox obtiene medio millón de votos, la victoria del PSOE está garantizada. Lo saben en La Moncloa y en el PP, y Ciudadanos tampoco obtendría ventajas electorales del auge de Vox que, de consolidarse, auguraría un largo periodo de hegemonía socialista.

El PP, tras la etapa de Felipe González, ganó las elecciones –y por poco– cuando fue la única fuerza viable a la derecha del PP. Mientras existió el CDS, primero de Suárez y después de quiénes quisieron mantenerlo, los populares se quedaban a gran distancia en diputados de los socialistas. Los mismos votos, repartidos entre dos partidos, dan menos escaños que si van a una única formación. Ahora, con la llegada de Vox los votos del PP tienen tres destinos –el propio PP, Ciudadanos y Vox– y no hace falta ser Pedro Arriola ni Iván Redondo para saber que eso apuntalará al PSOE que, además, ante el temor que puedan despertar Abascal y los suyos quizá arañe también votos de Ciudadanos. Casado es consciente de ello y Rivera debería serlo. El sistema electoral lo facilita y, si nada cambia, Vox dará un buen triunfo al PSOE en las urnas. En Podemos tuercen el gesto. Serán menos necesarios, saben que «los extremos se tocan» y que existen gracias a sistemas electorales proporcionales como el español.