Opinión
Presupuestos: Trampa, obra de arte y propaganda electoral
Tremendo. Insuperable. Un prodigio de ingeniería político-comunicativa. El acuerdo de Presupuestos Generales del Estado 2019: Presupuestos para un Estado social firmado por Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, PSOE-Podemos, es toda una obra de arte de la comunicación política. No pasará a la historia de la economía, pero encuentre un hueco en los manuales electorales de propaganda. El pacto suscrito por Pedro y Pablo, contenido en 50 folios, con medidas estrella como la subida del salario mínimo a 900 euros y la revalorización de las pensiones con el IPC, persigue el único objetivo de despejar el horizonte electoral para el PSOE y para Podemos. Mejor dicho, para quien mejor sepa apuntarse los tantos de las medidas populares acordadas, se aplique o no finalmente. Socialistas y podemitas ya anuncian que quienes se opongan a este acuerdo -y señalan al PP y a Ciudadanos- se oponen a la gente.
El pacto Iglesias y Sánchez -por este orden porque el que ha decidido ha sido el líder de Podemos- incluye, entre otros asuntos, subidas de pensiones, material escolar gratuito, ingreso vital mínimo, ayudas a comedor infantil y también el proyecto de control férreo de los alquileres por parte de los ayuntamiento. Son una serie de medidas diseñadas para tener gran acogida popular y que sea complicado, desde el punto de vista social e incluso conceptual, rechazarlas abiertamente. Además, incluyen subidas de impuestos a grandes empresas y a los llamados ricos, que serían aquellos que ganan más de 130.000 euros brutos al año. Todo bastante popular.
El acuerdo presupuestario -no es sinónimo de los verdaderos Presupuestos, que habrá que debatir y aprobar posteriormente- deja en el aire muchas incógnitas. Plantea un incremento del gasto cercano a los 6.000 millones que se compensarían, en teoría, con 7.000 millones más de ingresos. Sin embargo, mientras las subidas de gasto se detallan -desde 700 millones en pensiones a 25 millones en ayudas a comedor infantil-, no hay desglose del aumento de ingresos, que procedería de nuevos impuestos -transacciones financieras o determinados servicios digitales, entre otros-, subidas del IRPF, patrimonio a grandes fortunas y sociedades. Todo también bastante popular, pero que a pesar de todo no garantiza que se cumplan los objetivos.
Sánchez e Iglesias, por otra parte, tampoco han dicho nada todavía -no hay rastro en los 50 folios- sobre el déficit o sobre la deuda, que son los grandes agujeros negros de la economía española, y lo que se deduce del acuerdo no parece fácilmente creíble, sobre todo en el caso del déficit. Todo eso deberá figurar en el documento, elaborado a partir de este acuerdo, que el Gobierno enviará a Bruselas la semana que viene para obtener el visto bueno de las autoridades europeas, que es capital para que España pueda mantener crédito en los mercados porque en 2019 deberá pedir prestados alrededor de 250.000 millones de euros, con el agravante de que desde el 31 de diciembre el Banco Central Europeo ya no comprará deuda. Ahora habrá que recurrir a los inversores directos institucionales -desde bancos a fondos de pensiones- para que financien a España, y eso incluye -aunque sea por extensión- desde el pago de las pensiones al seguro de desempleo, la sanidad o la educación.
Pedro y Pablo han dado un gran paso adelante. Es obvio. Se han apuntado un gran tanto. Otra cosa son los Presupuestos que finalmente salgan adelante, si es que salen. Sin embargo eso parece secundario. Todo queda claro al leer el primer párrafo del Acuerdo de Presupuestos. Textualmente dice: Después de siete años de recortes y asfixia de los Gobiernos del Partido Popular, nuestro país ha retrocedido en igualdad de oportunidades, en cohesión social, en libertades y derechos, en calidad democrática y en convivencia. Toda una trampa o emboscada para adversarios políticos y una verdadera obra de arte de la propaganda política con el objetivo de ganar votos para las próximas elecciones. Insuperable. Tremendo.
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