Opinión
Sánchez se vistió de presidente
Los Reyes son los protagonistas el 12 de octubre, sobre todo en la recepción tradicional del Palacio Real. Ayer, sin embargo, un traspié protocolario de Pedro Sánchez copó la atención. El inquilino de la Moncloa, además, se había vestido de presidente –traje oscuro y cobarta granate con topos blancos–, a diferencia del año anterior, cuando acudió descorbatado y, en el fondo, se sintió incómodo. El protocolo, entendido por muchos como un corsé, fue ideado para que todo el mundo pudiera estár cómodo, porque facilita qué hacer y cómo en cada momento.
Las comparaciones son tan odiosas como significativas. Hace una año, con el 1-O caliente, hubo cierre de filas alrededor del Rey el día de la Fiesta Nacional. Ex-ministros de todos los colores –Felipe González toco a rebato–, políticos catalanes no independentistas, banqueros, empresarios y notables de la sociedad civil –en algunos casos con atuendos y accesorios inspirados en la bandera nacional– arroparon al Rey, pero también defendieron sin complejos, y con respeto a su diversidad, a España. Hace doce meses, la ruptura catalana parecia tan imposible como próxima y, aunque resulte enrevesado, no es una contradicciòn.
Ayer, más allá de la bisoñez del presidente y sus ministros –la experiencia enseña y unas lecciones de protocolo ayudan mucho–, todo era más relajado. Cataluña es el gran problema y lo será durante mucho tiempo. La fractura intempestiva, sin embargo, no se otea en el horizonte inmediato y el independentismo vive inmerso en sus propias trifulcas. El asunto catalán, era el comentario de los corrillos, no tiene solución próxima. Se impone, de momento, la conllevancia orteguiana y todo apunta que la tensión es menor. Es lo que se percibía ayer en los salones del Palacio Real, antes de que los Reyes viajaran a Mallorca –Sánchez quiso ir primero y él influye sobre la agenda real– para interesarse por la catástrofe y visitar a los afectados.
La recepción real el 12 de octubre es además una fiesta del Gobierno, que se luce en el Palacio Real. La oposición, con Casado y Rivera ayer de estrellas, le toca ir de telorera en estas ocasiones. Antonio Garamendi, anunciado próximo presidente de la CEOE, destacaba entre los empresarios. También Jesús Nuño de la Rosa, presidente de El Corte Inglés; Josu Jon Imaz, consejero delegado de Repsol; Juan Pablo Lázaro, presidente de CEIM; Gonzalo Urquijo, presidente de Abengoa; Carlos de Palacio, presidente de Talgo; Antonio Llardén, presidente de Enagás; José Crehueras, presidente de Planeta; José Pedro Pérez Llorca, presidente del Patronato del Museo del Prado y, entre otros, Lorenzo Amor, presidente de los Autonómos y muy critico con el pacto Sánchez-Iglesias, doloso para los autónomos. Y todo, el día en el que Pedro Sánchez, ahora sí, se vistió de presidente.
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