Opinión
El golpe de Estado de Pablo Iglesias
Un golpe de Estado es etimológicamente «la toma del poder de un modo repentino y violento desde las instituciones vulnerando la legitimidad establecida, es decir, las normas legales de sucesión nacidas del sufragio universal». No hace falta ser miembro de número ni presidente de la Real Academia para resolver el dilema del millón de euros: ¿fue o no el 1-O un golpe? Sólo un tonto o un cínico puede negar tal condición a los hechos que se sucedieron en Cataluña entre el 6-S y el primero de octubre de 2017. La izquierda podemita, que domina medios y Gobierno de España, nos intenta vender la moto de que no fue lo que los inventores del término, los franceses, denominaron «coup d’État». Que constituyó poco menos que un ejercicio de libertad. Mentira cochina. Lo peor de todo es que el 1-O no es una foto fija sino una imagen en permanente movimiento. El que ha tomado el testigo no es ese Torra que desmiente en primera persona sus nazistoides teorías acerca de la supuesta superioridad de la presunta raza catalana. Basta con mirarle a la cara. El nuevo apóstol del golpismo es un Pablo Iglesias que sabe que su improbable éxito pasa por destrozar la España constitucional que nos regalamos tras 40 años de dictadura. Por eso ha visitado al capo del golpe. No porque quiera cerrar el acuerdo presupuestario, que eso para él es secundario, sino porque su único afán es legitimar a quienes quieren cargarse nuestra democracia. ¿Se imaginan la que se habría liado en España si cualquiera de los socios parlamentarios de Calvo-Sotelo o González hubiera ido a la prisión militar a negociar con Tejero? Lo que entonces hubiera provocado un escándalo de marca mayor es ahora algo «normal» por obra y gracia de la mayoritaria opinión publicada podemita. Cuando representa una declaración de guerra en toda regla de dos poderes del Estado (el Legislativo y el Ejecutivo) a otro (el Judicial). Cuando supone una desautorización nada implícita de las resoluciones del Supremo. Cuando no es otra cosa que ponerte de lado de quienes en lugar de imponer el status quo que quieren cambiando la ley, optaron por hacerlo mediante la razón de la fuerza. Lo que vienen a decirnos Iglesias y quien le consiente estas barrabasadas, Pedro Sánchez, es que un golpe de Estado es algo legítimo. De ahí al totalitarismo, un paso.
✕
Accede a tu cuenta para comentar