Opinión

¡Ay, Sánchez y May!

En esto de Gibraltar estoy sumido en un verdadero dilema. ¿A quién debo creer, al presidente del Gobierno español o la primera ministra británica? El primero es compatriota y se supone que defiende nuestros intereses, pero es que ha echado ya unas cuantas mentiras y ha dicho lo uno y lo contrario en repetidas ocasiones, sin ruborizarse ni perder la compostura. El resultado es que no es de fiar. En el caso de la británica, es verdad que la tradición y la cultura anglosajona penalizan la mentira y la falsedad, no como aquí, y se lo piensan mucho antes de faltar a la verdad, pero tampoco me fío nada. Lo que dicen el uno y la otra sobre este asunto no coincide. Total, que me va a tocar leer el texto cerrado entre Bruselas y Londres para hacer mi propia interpretación y aún así tendré dificultades, porque, después de casi cuarenta años siguiendo las cosas de la actual UE y sus antecesoras, sé que los compromisos que se alcanzan en ella son etéreos, susceptibles de interpretación, están cogidos con alfileres y se asemejan a una botella por la mitad: unos la ven medio llena y otros medio vacía. No es la primera vez que sucede ni será la última. Pero antes de leer ese texto voy a esperar para ver lo que pasa en el Parlamento británico; es probable que el acuerdo no sea ratificado y todo se quede en agua de borrajas, algo que no se puede ni debe descartar.