Opinión

«Que callen a Ribera»

La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, vivió la semana pasada uno de los momentos más dulces y queridos por ella: su participación como jefa de la delegación española en la Conferencia de la ONU sobre Cambio Climático. Allí subió, bajó, repartió papeles y jugó a todo lo que pudo. No en vano, es el tema en el que se considera especialista. Entre el sábado y el domingo se alcanzó un pacto en Katowice sobre algunas de las modalidades de aplicación del Acuerdo de París, logrado hace tres años para luchar contra el cambio climático. Se trata de un asunto esencial para el sector agrario, ya que aumentarán las obligaciones y las oportunidades. La UE pretende estar en la vanguardia en la lucha contra el cambio climático, como lo demuestra el hecho de que el 25% del presupuesto para el periodo 2021-2027 y el 40% del dinero de la PAC estén vinculados a actuaciones de este tipo. ¡Casi nada!

Sin embargo, la semana pasada también hubo su cruz para Ribera, porque hasta la ciudad de Katowice debieron llegar los ecos del malestar que suscitaron sus declaraciones contra la caza y los toros, hechas, según ella, no como ministra, sino como persona de a pie. Las protestas llegaron desde los sectores afectados, pero también de destacados barones socialistas, como los de Castilla-La Mancha y Extremadura, por las posibles repercusiones electorales. Esas declaraciones se suman a las realizadas sobre el gasóleo, los trasvases, la política hidráulica o la

luz. Por eso no es de extrañar la frase adjudicada a un líder socialista: «por favor que Ribera calle ya, que la callen, o que hable sólo de cambio climático».