Opinión

El «buffet libre» de Sánchez

Solo lleva siete meses y no le queda ni una sola tecla por tocar. Pedro Sánchez no tiene presupuestos, no ha cerrado –más bien al contrario– el melón abierto por el desafío secesionista catalán, no tiene a sus ministros en el mejor momento de imagen pública, no le responde ni el tradicional granero de votos de Andalucía, no tiene a un solo «barón» regional ni alcalde relevante sosegado ante el rubicón electoral de mayo y, por si fuera poco, hasta un importante porcentaje de votante socialistas pide elecciones generales cuanto antes. Sin embargo, al actual presidente no le queda plato por probar en el «buffet libre» donde se mueve como «pedro por su casa» a la hora de activar todas las supuestas prerrogativas a las que se accede desde la presidencia. Sánchez ya ha viajado proporcionalmente más que ningún jefe de Gobierno a lo largo de nuestra historia, ha participado en todo foro que se le ha puesto por delante y en ese obsesivo arramplar con el «gratis total» del buffet, previa apertura de todos los frascos de gel y champú, utilización de los albornoces y petición de almohadas especiales en la suite del hotel, no ha dudado en dar buena cuenta del avión Falcon, el helicóptero Cougar, Doñana, Quintos de Mora, la Mareta o si es preciso del mismísimo palacio de la Granja de San Ildefonso de ponerse a tiro y aun a costa y sabedor de que, cada vez que incurre en estos usos o abusos, a su partido le sube el precio del pan.

Pero conviene ser consecuentes con la realidad. Una cosa son los intereses, no solo del país sino ya del propio PSOE en términos demoscópicos y otra muy distinta es la línea firme, decidida, clara y meridiana trazada por Sánchez en sus particulares objetivos. Para ser más exactos, que en Andalucía se haya producido uno de los mayores aldabonazos electorales en la historia de nuestra democracia, que en Cataluña se responda a los gestos de «deshielo» de la Moncloa trufados de sumisión con nuevos órdagos y subidas de la apuesta soberanista o que las expectativas para mantener el poder territorial en ayuntamientos y comunidades sean desastrosas, no influyen lo más mínimo en esa línea trazada en primerísima persona y que no es otra más que la de mantenerse en el poder a toda costa y el máximo tiempo posible ergo, que nadie se engañe, lo de suponer que en este 2019 que acaba de arrancar los españoles seremos llamados a las urnas, entre otras cosas para recalcular una realidad electoral puesta en cuarentena con la moción de censura, tal vez sea mucho, pero que mucho suponer. A Sánchez –y lo viene demostrando con una tenacidad a prueba de bombas desde que agarrara el coche para recorrer España en las primarias tras su defenestración al frente del PSOE– lo único que el turba es salir de la Moncloa antes de lo previsto y si aguanta hasta 2020 –al tiempo– es sencillamente porque, con permiso de «rasca y gana» Tezanos, las cuentas no le salen.