Opinión
Gracias, Pablo, por cargarte Podemos
Cuando eres totalitario, sectario, vengativo y egocéntrico lo normal es que todo tu entorno personal y profesional acabe de ti hasta el gorro y te suelte el «¡ahí te quedas!» de rigor. La familia siempre tiende a permanecer con uno... con razón o sin ella por evidentes razones genéticas. Las cosas del comer funcionan de manera más racional. ¿Por qué todo el mundo sale por patas de la chepa de Pablo Iglesias? Básicamente, porque maneja Podemos como Franco el Movimiento: manu militari. Las purgas estalinistas han sido la marca de la casa desde que el caudillo de los piños negros se hizo con las riendas de la formación de extrema izquierda comunista. Primero cayó en el ostracismo Tania Sánchez, cuyo único delito fue dejar de ser la pareja del general secretario. El repugnantemente machistoide trato que le dispensó no mereció crítica alguna de las asociaciones feministas ni un sucinto comentario de los opinadores patrios: la de Rivas pasó de la primera fila al gallinero y, encima, detrás de la columna. Luego le tocó el turno a Luis Alegre, un pata negra, le siguió camino del Gulag Carolina Bescansa, la cuarta en posar en el paredón fue Rita Maestre y el último fusilado ha sido un Errejón al que Pablemos apartó de la portavocía parlamentaria para enchufar en su lugar a su nueva novia, Irene Montero. Lo habitual en un tipo que considera meros objetos a las mujeres. Estos tics tiranos a más no poder han terminado por explosionar un partido que hace no tanto, enero de 2015, era el número 1 en intención de voto en todas las encuestas. Lo cual no deja de ser una noticia maravillosa para todos aquellos que creemos que los partidos marxistas y fascistas tienen que estar en el vertedero del pasado, del presente y del futuro. Ideologías como el comunismo, que se ha llevado por delante la vida de 100 millones de personas, han de estar proscritas moralmente en las sociedades democráticas. Errejón no es la panacea para un liberal como yo pero al menos es sustancialmente más tolerante que su enemigo y, por tanto, más peligroso electoralmente. Frente a los que elogiaban babosamente a Pablo Iglesias, yo siempre pronostiqué que terminaría mal. Porque es prepotente, resentido, malo, egoísta, inculto y con esos raptos egoístas del niño malcriado que jamás admite un «no» por respuesta. Gracias, Pablo, en nombre de los demócratas por fumigarte Podemos. Dios te bendiga.
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