Opinión

Votar Sánchez es votar indulto

Una de las cosas que más claras dejó Pedro Sánchez en su abracadabrante mitin institucional del viernes fue que si repite como presidente «dialogará» con los golpistas catalanes. Nada nuevo bajo el sol. Su pecado original se llama PDeCAT y ERC, porque gracias a sus votos es presidente, y así le ha ido en estos ocho meses y medio para olvidar en los que no ha habido día en el que no tuviera que satisfacer el peaje en la sombra al que se comprometió en la moción de censura. La alta traición del relator es tal vez lo más llamativo de esta rendición perpetua de un presidente que antepone su yo-mí-me-conmigo a los intereses generales y a la unidad de España sacralizada en el texto constitucional. Pero no es la única. Ahí tenemos los 2.200 millones de euros que iba a astillar a la Generalitat golpista en los Presupuestos ahora tumbados mientras dejaba a comunidades pobres como Andalucía, Castilla-La Mancha o Extremadura casi con lo puesto. El todavía presidente es plenamente consciente de que, salvo sorpresa mayúscula, tendrá que recibir el bastardo «sí» de los golpistas para no tener que bajarse del Falcon y volver a subirse a un Ryanair. Todas las encuestas coinciden en que o hay mayoría absoluta del centroderecha y la derecha o Sánchez lo tendrá a huevo pactando con los tejeros del siglo XXI. Una tragedia que sumirá a España en un nuevo desasosiego porque todas las políticas de apaciguamiento con el mal han fracasado estrepitosamente a lo largo de la historia. Con los intolerantes hay que ser intolerante porque de lo contrario, por poco que cedas, siempre te doblarán el pulso. Los socialistas de bien, los que creen en la España constitucional, que son la mayoría, han de pensárselo dos veces antes de meter la papeleta el 28 de abril. Votar Sánchez es votar Puigdemont. Votar Sánchez es votar Torra. Votar Sánchez es votar Junqueras. Y, desde luego, votar Sánchez es votar indulto. Iceta y otros socialistas no hablaban a humo de pajas cuando pusieron encima de la mesa el perdón presidencial a los delincuentes del 1-O «en aras de la reconciliación». Otorgar la confianza al marido de Begoña Gómez es firmar la sentencia de muerte de España tal y como la conocemos históricamente desde hace 500 años y legalmente desde hace 41. España sí-España no, ésa será la cuestión el 28-A.