Opinión

Pensionistas: quejas, al casoplón

La esperanza de vida se sitúa en España en 83 años. Somos los segundos del mundo tras Japón con 85. Estamos a años luz de naciones aparentemente mejores: Reino Unido (80), Alemania (80) y en otra galaxia también si nos comparamos con los primeros de la clase, EE UU (81). Lo cual viene a confirmar que, por mucho que nos quejemos, en este país se vive de cine. Pero, como todo en la vida, estos guarismos tienen su parte buena... y su parte mala. Que tan afortunada como inevitablemente hay que estirar el chicle de las pensiones. Algo que viene agravado por el hecho de que gozamos de un dudoso honor: el de ser los segundos peores del planeta en tasa de fertilidad (1,3 hijos por mujer). Y que España se transformará en un polvorín en 31 años lo demuestra el hecho de que a mitad de siglo habrá 15 millones de jubilados por los 9,6 existentes de nuestros días, lo cual representará 77 pensionistas por cada 100 personas activas.

Si pagamos las pensiones a duras penas en estos momentos, ¿cómo vamos a hacerlo con un 60% más de beneficiarios? Menos aún con un partido como Podemos, que la semana pasada hizo saltar por los aires el preacuerdo alcanzado en el Pacto de Toledo. Preacuerdo que contaba con el consenso del 90% de los partidos con representación parlamentaria, pero que fue imposible sacar adelante porque en este tipo de pactos de Estado se busca el quórum total. Se garantizaba, entre otras cosas, la revalorización anual de las pensiones de acuerdo al IPC «real», que es el quid de la cuestión, se mejoraban las de viudedad, se incrementaban notablemente las mínimas, se aproximaba la edad real de jubilación a la legal (resignémonos, vamos a tener que trabajar más años) y se acordaba fulminar el déficit de la Seguridad Social. Vamos, prácticamente todo lo que han exigido el partido bolivariano y sus sucursales.

El egoísta tacticismo de los Ceaucescu de Galapagar, que no querían regalar la foto a los dos grandes partidos, puede ser el principio de su fin. Que tomen nota nuestros mayores cuando no les actualicen la pensión según el IPC. Ya saben dónde acudir a pedir cuentas: al casoplón de Galapagar. Claro que a Irena y Pabla les importan los jubilados lo mismo que a mí el folclore kuwaití. Y las pensiones ajenas, lo mismo, porque tienen forrado el lomo hasta que se mueran.