Opinión
Alsasua o el Estado fallido
Manda narices la cantidad de memeces fascistoides que he tenido que escuchar a raíz de la entrevista que hice a Pablo Casado en Alsasua. Tocaba «tête-à-tête» con el presidente del PP y no se me ocurrió mejor cosa que plantearle llevarlo a cabo en el bar en el que apalearon a un teniente y un sargento de la Guardia Civil y sus respectivas novias. El Koxka, propiedad de un tipo que ante la Policía Foral admitió la paliza y luego, en sede judicial, dijo «Diego» donde había pronunciado un claro e incontrovertible «digo». «Me encanta la idea», respondió el palentino que en 49 días puede convertirse en el presidente más joven de la democracia.
Tuvimos suerte porque salimos sanos y salvos tras permanecer una hora en el interior del local de 35 metros cuadrados donde casi matan a Óscar Arenas y Álvaro Cano. La diferencia entre los héroes de España y nosotros es que ellos iban a pecho descubierto y sin armas. A ellos no los mataron porque Dios no quiso. A Pablo y a mí no nos metieron una tunda porque íbamos protegidos y les faltó tiempo. El dueño del Koxka, un sujeto malencarado, chulesco y con pinta un tanto primitiva, bajó la reja del local cuando concluyó la entrevista y nos mantuvo encerrados 10 minutos con la obvia intención de dar tiempo a que llegasen los malos. Tuvimos que abandonar la localidad apresuradamente entre las miradas asesinas de los 25 proetarras que se habían concentrado a las puertas del local. Y eso que en Alsasua no todos son filoterroristas, independentistas o abertzales.
No menos de una decena de personas se acercó a nosotros y, por lo bajini, nos espetó el «enhorabuena» o el «suerte» de turno. Alsasua, adonde no había vuelto hacía 30 años, es triste metáfora de lo que sucede ya en tantas partes de España en las que el Estado ha renunciado a defender la Constitución, la democracia y la libertad. Municipios en los que decir lo que piensas es antesala de una paliza, en los que ser constitucionalista se paga como mínimo con la muerte civil y en los que consecuentemente hay una dictadura de facto travestida de democracia. Cuánta razón tiene el presidente del PP cuando puede prometer y promete que si llega a Moncloa uno de sus grandes objetivos será reinstaurar el Estado en estos territorios comanches. Un motivo para votarle.
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