Opinión
Caza al gitano: cuando una 'fakenews' puede matar
Una furgoneta blanca conducida por gitanos recorre los alrededores de Bobigny para secuestrar niños y robarles órganos. La noticia viene acompañada por una fotografía mostrando el supuesto vehículo y en alguna de sus versiones incluso con imágenes de los presuntos secuestradores gitanos con rostros perfectamente reconocibles. Todo es falso. Pero cuando las autoridades francesas se esforzaban la semana pasada por contrarrestarla en redes sociales, ya se había extendido como la pólvora por varias localidades de la periferia nordeste de París, una de las zonas más pobres de Francia. Los viejos prejuicios aliados de las nuevas herramientas digitales habían producido un cóctel tóxico con consecuencias fatales: varios ataques y linchamientos en campamentos de gitanos en localidades como Bobigny, Aulnay o Clichy-sous-Bois.
“Eran unos veinte y venían con palos grandes y piedras. Nos empezaron a lanzar piedras contra las chabolas y a gritar. Yo tengo siete hijos, dos de ellos bebés. Fue horrible” relata para LA RAZON George Marian, de 42 años, uno de los pocos gitanos del campamento de Bobigny con el que podemos comunicarnos. Casi ninguno sabe articular una palabra en francés y toda su vida se desarrolla en un área de unos dos mil metros cuadrados entre un canal que llega al Sena y los raíles de un tranvía. George chapurrea el español porque llegó hace un año de Madrid con su familia. Nos cuenta que la policía no tardó en llegar para abortar lo que podía haber sido una tragedia total pero que se sienten señalados y sin protección. “Mi mujer no duerme desde el ataque del lunes”, sentencia. Leonardo, un veinteañero que lleva seis meses en el campamento, interrumpe la conversación para mostrarnos el tamaño ladrillo de una de las piedras que lanzaron contra su chabola.
En otro de los campamentos de gitanos próximos a éste, otro grupo de atacantes llegó a incendiar dos furgonetas y dos personas fueron linchadas según ha explicado la prefectura de policía de París. De momento veinte personas han sido detenidas por una espiral de violencia que muestra el peligro de difundir falsos rumores a golpe de clic. Dos de los detenidos son menores de edad. La mayoría serán juzgados entre el 31 de mayo y el 7 de junio por participación en violencia grupal. Algunos de ellos incluso utilizaron cócteles molotov. Lejos de lo que se pueda pensar, entre los detenidos hay gente con estudios y formación superior que a priori debería estar mejor vacunada contra este tipo de falsas informaciones, lo que prueba que más allá del modo de propagación, está la base del racismo y el estigma social. "¿Cómo un manager con formación como usted puede embarcarse en algo así?” le preguntaba el magistrado de turno a uno de los detenidos por las cacerías. El chico respondía sin despeinarse "ha sido una tontería".
Este pasado fin de semana la policía francesa volvía a insistir en redes sociales: no se ha producido ninguna denuncia sobre secuestros de estas características. Varios alcaldes de la zona han hecho innumerables llamamientos desmintiendo los rumores para apagar el incendio. Pero el miedo al rebrote no ha desaparecido y varias patrullas policiales vigilan día y noche desde el pasado miércoles 34 campamentos de la periferia parisina.
Al otro lado de la carretera que pasa junto al poblado gitano de Bobigny se expande uno de los barrios más conflictivos de la zona por narcotráfico. Lo que en Francia denominan una cité, un vecindario formado por decenas de edificios de varias plantas con mucha población inmigrante. Marie y Natalie son dos vecinas sexagenarias que llevan más de veinte años residiendo en este lugar. A las primeras de cambio, no dudan en señalar la evidencia: “es una fakenews lo de la furgoneta, lo ha dicho la policía”. Luego, poco a poco, una nebulosa se instala en la charla. “Un vecino me contó que a su hija pequeña la intentaron raptar en un coche hace unas semanas”, dice Marie. Cuando intentamos saber más detalles sobre la historia, todo es confuso. “No sé si lo denunció, pero confío en lo que me contó y al parecer eran gitanos”. A partir de ahí la conversación deriva en algunos de los viejos estereotipos sobre la comunidad gitana.
La psicosis instalada ha hecho incluso pronunciarse al gobierno. El portavoz del ejecutivo, Benjamin Griveaux, ha explicado que estos hechos confirman la “necesidad absoluta de luchar contra las noticias falsas”. Las autoridades galas han apelado a la responsabilidad de Facebook, Twitter o Snapchat en la moderación de contenidos. Particularmente preocupante ha sido la dinámica establecida en la red Snapchat, una de las más usadas por adolescentes y en la que han circulado sin cesar las fotografías de varias camionetas blancas con las matrículas perfectamente visibles. En una de esas instantáneas incluso aparecen identificables los rostros de sus dos ocupantes con un breve texto que acusa directamente a uno de ellos de haber acometido secuestros de niños para vender sus órganos. En la mayoría de estas publicaciones se invita al resto de usuarios a que las compartan y difundan lo máximo posible para alertar a la población del falso peligro. El jefe del grupo parlamentario de Macron, Gilles Le Gendre, incluso ha llegado a plantear durante la semana que se ajuste la presión sobre la responsabilidad de las redes sociales abriendo la puerta a sanciones económicas importantes específicas en este tipo de crisis. Un debate que ha tenido eco en los medios de comunicación franceses estos días.
“Es un rumor que resurge cada dos o tres años en París o en Marsella y casi siempre el mismo: una furgoneta blanca que rapta niños y que muestra un viejo discurso estigmatizante. Lo complicado a establecer es el elemento desencadenante justo ahora que los gitanos llevaban tiempo sin estar en el foco mediático” explica el sociólogo Olivier Peyroux, especialista en esta comunidad a la agencia France Presse. Más si cabe cuando en Francia apenas hay entre 15.000 y 20.000 gitanos, una cifra bastante reducida, en su mayoría procedentes de Europa Central y Oriental especialmente de Rumanía y Bulgaria, países donde sufren una fuerte discriminación. “Me molesta que se hable de fakenews y que se olvide que hablamos sobre todo de discriminación, algo que debería estar perseguido”. Ya el pasado mes de noviembre la Fiscalía de Versalles tuvo que tomar cartas para desactivar la mentira de intentos de secuestro en las inmediaciones de los colegios del departamento de Yvelines. Ese temor injustificado reaparece cada cierto tiempo. “Despierta cosas que forman parte de creencias y prejuicios, como que los gitanos son ladrones. Cuando afecta a nuestros hijos, puede conducir a actos terribles”, explica en Le Parisien el filósofo Edgar Morin, autor de El rumor de Orléans, un famoso ensayo sobre la supuesta desaparición de chicas jóvenes de tiendas de ropa cuyos dueños eran judíos.
El mito del gitano que secuestra niños para robarles los órganos o prostituirles tiene trayectoria histórica en Francia y “ya ha provocado episodios mortales” ha explicado en un comunicado la asociación antirracista gitana La Voix des Roms. La asociación pretende querellarse contra todos aquellos que hayan contribuido en los últimos días a difundir el rumor. También SOS Racismo se ha pronunciado sobre esta espiral señalando que se trata de una “auténtica caza al hombre” y ha instado a las autoridades a reaccionar con firmeza y a los medios de comunicación a frenar lo más rápido posible la propagación de este tipo de falsedades que pueden resultar mortales.
Las televisiones francesas han mostrado durante el fin de semana las imágenes de otro grupo de gitanos increpados por la calle a plena luz del día que la policía tuvo que escoltar a poca distancia de su campamento. Mientras, en el poblado de Bobigny sigue la intranquilidad una semana después del ataque que vivieron. Todos tienen la convicción de que la historia volverá a repetirse tarde o temprano y que su condición de víctimas de un falso rumor se reproducirá. La pregunta es si la próxima será la letal.
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