Opinión
Mentiras con las pensiones
Hay muchas formas de mentir y una de ellas es revelar sólo una media verdad. Este vicio resulta especialmente grave en economía, cuando todas las operaciones tienen al menos dos perspectivas: la del que compra y la del que vende; la del que presta y la de quien recibe prestado; o la de quien gasta y la de quien ingresa. Todos los políticos gustan de contarnos medias verdades: los hay que nos prometen reducciones de ingresos públicos (bajadas de impuestos) sin especificarnos qué gastos piensan recortar y los hay que, como Pedro Sánchez, nos venden brutales aumentos del gasto sin explicarlos qué ingresos (qué impuestos) van a disparar. A la postre, y ya en plena campaña electoral, el presidente del Gobierno se ha comprometido a garantizar el poder adquisitivo de las pensiones derogando la reforma aprobada por Rajoy en 2013. El coste de tal derogación asciende a una media de 3,1 puntos de PIB por año entre 2017 y 2057, el equivalente a 35.000 millones. Si a esa suma le añadimos el presente déficit de la Seguridad Social, llegaremos a la inevitable conclusión de que Pedro Sánchez está instalando un déficit estructural en el sistema de pensiones equivalente a 55.000 millones de euros actuales: la cuestión, pues, es cómo piensa el PSOE sufragar semejante agujero milmillonario. Limitarse a decir que no se van a recortar las pensiones sin aclarar cómo se piensan pagar es un puro engaño a los votantes. A la postre, y por aclarar malentendidos progresivistas, resulta imposible recolectar esos 55.000 millones sólo (o mayormente) aumentando los impuestos a los ricos. Sánchez –y en general cualquier economista con dos dedos de frente– es muy consciente de esa restricción recaudatoria. Persiguiendo con saña a los ricos acaso cupiera aflorar 10.000 o 15.000 millones a lo sumo (y a un coste terrible para la actividad económica) pero desde luego no 55.000 millones. Así pues, ¿de dónde piensa extraer la diferencia? El propio Sánchez ha defendido en otras ocasiones importar el modelo francés de financiación del sistema de pensiones: a saber, un impuesto adicional del 10% sobre las nóminas de todos los trabajadores y del 6,7% sobre las pensiones de casi todos los pensionistas. Se entenderá de este modo mejor lo electoralmente tramposo de la promesa de que no van a recortarse las pensiones si, al mismo tiempo, no se anuncia que se tiene la intención de sablear con denuedo las nóminas de todos los trabajadores y las pensiones de prácticamente todos los pensionistas (ése es el modelo francés que sería necesario para cumplir con el compromiso de Sánchez). O el presidente del Gobierno nos detalla quiénes serán las víctimas de su promesa electoral o reconoce que su promesa electoral es puro humo. Todo lo demás sólo es embrutecer con mentiras y propaganda política la campaña electoral.
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