Opinión
¡Es Frankenstein, Pablo!
A la izquierda le da igual la verdad o la mentira. Lo «fake» que lo «true». Lo de más es poner a caer de un burro, desacreditar o asesinar civilmente al centroderecha o a la derecha. Lo de menos es la correlación entre el relato y los hechos. Precisamente por eso Casado y los demás candidatos populares no deben dar facilidades metiéndose en polémicas que no están encima de la mesa como el aborto, en otras que nadie entiende como el Salario Mínimo (es una discusión muy técnica, incluso para iniciados) o en aquéllas que directamente son dadaístas como la de los derechos de los concebidos pero no nacidos. El primero de los deberes de Casado pasa por viralizar exponencialmente su revolución fiscal, materia en la que su partido es más creíble que nadie porque secularmente pasó de las musas al teatro. Le está faltando tiempo para subrayar hasta el aburrimiento los 21.000 millones que pasarán de las garras de papá Estado al bolsillo de los ciudadanos y los 360.000 empleos que se crearán con su prometida bajada del IRPF al 40% y del Impuesto de Sociedades al 20%. Pero, sobre todo, el español que –Pedro Sánchez aparte– más posibilidades tiene de ser presidente el 28-A debe azuzar el miedo a ese Gobierno Frankenstein que el candidato socialista pretende reeditar de la mano de sus amiguetes proetarras, bolivarianos y golpistas. E insistir en una idea, la de que «votar Sánchez es votar a los golpistas», que cada día que pasa se antoja más probable. El dóberman felipista funcionó en 1993. Vaya sí funcionó. Y Frankenstein da mucho más miedo que el perro desorejado.
✕
Accede a tu cuenta para comentar