Opinión
Sánchez, pronóstico reservado ante la cita electoral
Sánchez no aprende. Ayer volvió a ejercer de caciquillo andaluz no saliendo del coche hasta que sus edecanes le abrieron la puerta, no vaya a ser que se manche aún más las mismas manos que han abrazado efusivamente al jefe de ETA, Otegi. Todo lo contrario que ese demagogo enfermizo llamado Iglesias, que llegó en taxi a Atresmedia en un plagio de tesis de Miguel Ángel Revilla. El todavía presidente se presentó en el ultramoderno plató de Atresmedia menos avinagrado que anteayer, cierto; con una sonrisa por bandera, cierto también; pero con un indisimulable sudorcillo bajo la nariz que traslucía el nerviosismo de un personaje que odia los debates. El primer croché se lo asestó un Pablo Casado que estuvo soberbio a cuenta del aquelarre con el golpista Torra: «¿Su cita en Pedralbes qué fue, un picnic?».
Primer mosqueo presidencial. El golpe al hígado le llegó por segundo día consecutivo de un Rivera que aludió al asunto que más le saca de sus casillas: el doctorado fake. «He traído un libro que no se ha leído...», disparó, «su tesis». El hombre que no sabe vivir sin un Falcon se engoriló definitivamente cuando, en un golpe de efecto magistral, su oponente le entregó un ejemplar de esa tesis más falsa que Judas. Que el doctor fake en Económicas era un hombre al borde de un ataque de nervios quedó más patente aún si cabe cuando se hizo la cabeza un lío a cuenta del déficit: «Está en el 2,2%, perdón, en el 2,6%». Los fact-checkers no nos contarán que en realidad está situado en el 2,48%, tal y como hizo público ayer Eurostat. El hombre que sólo sabe debatir leyendo, leyó los datos mal. ¿Y éste va a seguir siendo el presidente del Gobierno? Venga ya.
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