Opinión
Argentina y Turquía: dos amenazas para España
La inminencia de las elecciones en nuestro país está lógicamente opacando otros asuntos de actualidad que, a pesar de su incuestionable relevancia, no logran acaparar nuestra atención. Desde un punto de vista económico, la reanudación de las crisis de Argentina y de Turquía supone una amenaza de primer nivel para nuestro país. Recordemos que nuestro sistema bancario es el primer acreedor extranjero de Turquía. A cierre de 2018, las entidades financieras, las familias y las empresas turcas le adeudaban a nuestros bancos más de 65.000 millones de euros. Por otro lado, España es el segundo mayor inversor extranjero en Argentina, sólo por detrás de EE UU. Nuestras grandes empresas han inmovilizado en el país unos 6.000 millones de euros, los cuales evidentemente peligrarían en medio de un agravamiento de su crisis. Todavía peor, las intensas relaciones comerciales entre Argentina y Brasil probablemente arrastrarían a este último a una nueva crisis en el caso de que Argentina embarranque con gravedad y, nuevamente, España es el segundo mayor inversor extranjero en ese país. En este caso, nuestras grandes empresas han inmovilizado en Brasil más de 50.000 millones, lo que supone unas pérdidas potenciales bastante más apreciables que las vinculadas a Argentina. Pero, ¿qué está sucediendo en Turquía y Argentina que tanto debería estar inquietándonos? En esencia, que sus divisas se están depreciando a ritmos acelerados debido a la fortísima inflación que padecen ambas sociedades. Así, desde finales de 2018, la divisa de Turquía ha caído más de un 11% frente al dólar, mientras que el peso argentino se ha hundido casi un 20%. Para contrarrestar tan negativa evolución de sus monedas, sus respectivos bancos centrales han tenido que elevar sus tipos de interés con tal de conseguir retener a los inversores que, en otro caso, habrían salido huyendo de los activos denominados en liras o pesos. En particular, el banco central de Turquía los ha colocado en un umbral entre el 22,5% y el 25,5%, mientras que en Argentina los han disparado por encima del 71%. Evidentemente, tan altos tipos nominales son lesivos para la economía interna por cuanto dificultan que el sector privado pueda acceder al crédito. Ahora bien, es posible que esos tan altos tipos de interés ni siquiera sean suficientes para devolver la credibilidad a ambas economías y para detener la fuga de capitales que ahora mismo están experimentando (tengamos presente que la alta inflación interna hace que el tipo de interés real no sea tan elevado como sugieren los enormes tipos de interés nominales). En todo caso, la inestabilidad económica de estos países supone un importante nubarrón en el horizonte de España que no deberíamos desdeñar, por muy ensimismados que estemos con las elecciones generales.
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