Opinión

Dividieron y vencieron... por goleada

La clave de estas elecciones no era el tan cacareado en campaña «es España, estúpido» sino un más difícil de comprender «es la Ley Electoral, estúpido». La proporcionalidad de la Ley D’Hondt y la sobrepenalización de la división en las 26 provincias más chicas han matado las posibilidades del centroderecha y la derecha que representa Vox. Sí, es un éxito incuestionable de Ciudadanos y amargo de Vox, que obtienen los mejores resultados de la historia, y un fracaso sin paliativos del PP, que se anota 40 escaños menos que el mejor Fraga, el del 82. Lo verdaderamente dramático es que la derecha verá cómo el robadoctorados Pedro Sánchez se pasa otro mandato subido al Falcon mientras España se desangra territorial y económicamente. Queda por ver quién ejerce el rol de árbitro: si el mix separatistas-podemitas o un Albert Rivera que tendrá que decir «Diego» donde antes exclamó «¡digo!». Estremece pensar que el PSOE acabe optando por el PNV y la golpista Esquerra, con los chavistas coletudos de acongojante atrezzo. Básicamente, porque los peajes que exigirán los separatistas no serán precisamente menores. Los vascos no querrán esta vez sólo más dinerito, que también; con toda seguridad pondrán encima de la mesa el espinoso asunto de mi tierra, Navarra. Les bastará con apelar a la aplicación de la por otra parte legalísima (un error mayúsculo de la UCD) Disposición Transitoria Cuarta, que abre la puerta a la anexión de Navarra al País Vasco. Vamos, un anschsluss pero dentro de la ley. Lo de ERC es harina de parecido costal. La formación capitaneada por el delincuente Junqueras forzará la máquina hasta límites insospechados. Y ya se sabe cómo se las gasta esta gentuza: o hay indulto, implícito o explícito, a los golpistas o que te invista activa o pasivamente Rita la Cantaora. Y algún guiño les tendrá que hacer en forma de referéndum. La conclusión más inquietante de la noche es la fuerza que cobran los enemigos de la nación, que están más fuertes que nunca en el Congreso. El independentismo se metió en el bolsillo 24 actas en 2016 y ahora se dispara hasta las 32. Una tragedia constitucionalista evitable si se echa mano de la doctrina Botín, que plantea una entente PSOE-Ciudadanos. Espero que algunos comprendan ahora las consecuencias de votar con el corazón y no con la cabeza y lo caros que resultan los experimentos con champán y no con gaseosa. Era la Ley Electoral y la movilización, estúpido.