Opinión

Vuelve la amenaza proteccionista

Una de las principales amenazas que se cierne sobre la economía mundial es la guerra comercial entre EE UU y China. Parte de la debilidad que ahora mismo está experimentando Europa (y muy en particular Alemania, la principal economía de la región) se debe al enfriamiento que ya se ha producido durante los últimos meses en las relaciones comerciales globales. Y es que, a mediados de 2018, Trump impuso unos aranceles del 25% sobre importaciones chinas por valor de 50.000 millones de dólares y, a su vez, aranceles del 10% sobre otro conjunto de bienes valorados en 200.000 millones de euros anuales.

Desde entonces, el republicano ha amenazado a las autoridades chinas con elevar adicionalmente desde el 10% al 25% los aranceles que recaen sobre esos 200.000 millones de dólares en importaciones, agravando todavía más la disrupción que actualmente están experimentando los flujos comerciales internacionales. La sangre, sin embargo, no había llegado todavía al río, dado que China y EE UU se habían sentado a negociar un nuevo marco para sus relaciones exteriores, de modo que Trump decidió retrasar la entrada en vigor de esa nueva ronda arancelaria. Como gesto de buena voluntad, el Gobierno chino también decidió rebajar aquellos aranceles que penalizaban la importación de vehículos desde EE UU, así como reanudar las adquisiciones de soja. Todo ello insufló un cierto optimismo en los mercados, los cuales confiaban en que el acuerdo entre ambas superpotencias estuviera a la vuelta de la esquina y que, por tanto, el fantasma proteccionista desapareciera de escena.

Pero la realidad es que el entendimiento entre EEUU y China se halla más verde de lo esperado o, al menos, eso es lo que acaba de exponer el propio Trump desde Twitter como paso previo a anunciar que tiene pensado incrementar del 10% al 25% los aranceles sobre esos 200.000 millones de dólares anuales en importaciones desde China y, asimismo, establecer un nuevo arancel, también del 25%, sobre 325.000 millones de dólares en importaciones que actualmente están libres de gravámenes. El anuncio ha sido recibido con lógico pesimismo por parte de los mercados financieros, los cuales registraron caídas generalizadas ante un riesgo, el rearme proteccionista global, que dañaría enormemente los resultados de las empresas.

Todavía es pronto para saber si la administración estadounidense tiene la genuina intención de castigar a China con todos estos aranceles o si, en cambio, se trata de una nueva argucia negociadora de Trump con el propósito de acelerar las negociaciones en un aspecto que considera crucial: la protección del secreto industrial estadounidense y el fin del espionaje tecnológico chino. Ahora bien, si el republicano cumple realmente sus amenazas (y hay una elevada probabilidad de que lo haga) la economía mundial se resentirá todavía más de lo que lo ha hecho hasta ahora. De ahí que España debiera prepararse para un contexto de parálisis global derivado del rearme proteccionista. Y la forma de hacerlo no es subiendo masivamente los impuestos que recaen sobre la ciudadanía. Los vientos de cara pueden comenzar a soplar con fuerza desde China y en España parece que no nos hemos enterado.