Opinión

Controlarán todo

Ni en nuestros peores sueños distópicos creímos que la sociedad abierta y 2.0 multiplicaría los peores vicios del peor puritanismo. A falta de quemar herejes nadie quiere publicar las memorias de Woody Allen, que ni siquiera fue absuelto porque lo suyo jamás llegó a juicio: ni los detectives, ni los forenses y psiquiatras ni la fiscalía o el juez dieron crédito a la acusación en vídeo de su hija de 7 años, que grabó Mia Farrow mientras peleaba con Allen por la custodia de los niños. Otra campeona de la libertad y el pensamiento ilustrado, Camille Paglia, contempla cómo unos estudiantes piden que sea despedida de la facultad donde da clases desde hace 30 años.

A cambio quieren reemplazarla por «una persona queer de color». En opinión de los niñatos, que aspiran a imponer su condición de clientes, confunden la Universidad con un sofá y creen que la función primordial del profesor es hacerles sentir cómodos y celebrar caprichos, las opiniones de la gran escritora, una de las que más ha hecho por repensar y fortalecer el mejor feminismo, «no son meramente “controvertidas”, son peligrosas». Peligrosas, dicen embelesados por el reflejo narcisista de su autoproclamada bondad en el espejo. Decididos a subrayar que la imbecilidad, la hipocresía, la maldad, el postureo y la crueldad ni se crean ni se destruyen. Sencillamente atraviesan las épocas, cambian de ropaje, adaptan sus aguijones al clima cultural, eligen a sus víctimas en función de la oportunidad y las fragilidades ajenas y mantienen firme su incansable empeño por infligir el mayor daño posible a las causas de la inteligencia, la belleza y la justicia.

Y así, rearmados, reafirmados en sus odios, reagrupados mediante la fusión de todos los tarados, los canallas, los envidiosos, los fariseos, los enemigos de la bondad y el placer, seguir dando por saco per saecula saeculorum mientras nos dicen qué leer y qué no, a quién escuchar y a quién silenciar, qué películas quemar y cuáles prohibir, qué cuadros son aptos y qué artistas merecen acabar en galeras, cuáles son las ideas que debemos santificar y cuáles las elegidas para alfombrar el infierno, quién escribirá y quién será amordazado y con quién follar y a quién amar y por qué. Hasta que no quede centímetro cuadrado de la vida de sus queridísimos súbditos por censurar, controlar y capar. Y encima quieren que aplaudas.