Opinión

Acuérdense de lo que le pasó a Aguirre

Las encuestas pintan mal para el centroderecha en general y muy en particular para el PP o PPC, que es como algunos malévolos llaman desde dentro al Partido Popular de Casado. Prácticamente todos los sondeos dibujan un panorama entre sombrío y terrible en el que el mantenimiento de comunidades como Madrid o Castilla y León o ayuntamientos como el de la capital de España se van a dirimir por tan sólo un escaño o un concejal. A los hechos de hace cuatro años, las últimas elecciones, me remito. Carmena dejó a Esperanza Aguirre compuesta y sin Alcaldía por un acta. La ex presidenta de la Comunidad de Madrid obtuvo 563.000 votos y 21 concejales, 44.000 más que la candidata podemita que se quedó en 20. Como quiera que la mayoría absoluta está en 29 actas, la magistrada que comprendía a los etarras se llevó el gato al agua gracias a los nueve representantes que obtuvo y prestó el socialdemócrata Antonio Miguel Carmona. Los siete de la ciudadana Begoña Villacís no bastaron a Esperanza Aguirre, que vio cómo los 9.843 sufragios conseguidos por Vox le birlaban la vara de mando del mayor consistorio de España.

Esas 9.843 papeletas fueron directamente a la basura porque para obtener representación municipal es condición sine qua non superar la barrera del 5%. Y a la lideresa popular le faltaron 7.839 para hacerse con ese concejal número 22 que le hubiera garantizado suceder a Ana Botella en el edificio de la Plaza de La Cibeles de Madrid. Conclusión: sucedió más o menos lo que hace un mes en las generales. Que le regalaron el poder a los comunistas de Ahora Madrid, la marca con la que concurrió Podemos el último domingo de mayo de 2015. Y desde entonces Madrid es un caos de tráfico, un mar de basura y una ciudad en la que la gestión brilla por su ausencia porque los indocumentados concejales de Carmena (entre ellos el tal Zapata que se reía de los 6 millones de judíos asesinados por Hitler) no saben cómo gastarse la pasta pública. De hecho, el equipo de gobierno madrileño sólo ejecuta el 40% del gasto corriente y el 15% de las inversiones previstas. De locos. Ya saben lo que tienen que hacer si quieren que Carmena, Santisteve, Ribó, Kichi o Ferreiro sigan cargándose sus respectivas ciudades: dejar la cabeza en casa y votar nuevamente con el corazón.