Opinión
No os lo perdonaríamos jamás
Si se fijan, el espectáculo que estamos presenciando del domingo a esta parte es el mismito que padecimos entre la noche del 2 de diciembre en Andalucía y ese 26 de diciembre en que se cerró el acuerdo para poner fin a 38 años de democrática dictadura socialista. «Que sí», «que no», «que no cuenten conmigo», «que cuenten conmigo», «que o todo o nada», «que mejor algo que nada», «que Vox no», «que Vox sí»... Y al final sucedió lo que tenía que suceder: que se impuso el sentido común y Partido Popular y Ciudadanos se unieron para gobernar, para acabar con el clientelismo, finiquitar la corrupción elefantiásica y meter a Andalucía en el siglo XXI. Lo normal entre formaciones que son primas hermanas. Lo habitual entre organizaciones a las que les unen 70 veces más puntos de los que les separan.
Tal vez sus únicas dos grandes diferencias son en materia social y en el siempre espinoso apartado fiscal. En este último tan sólo difieren en la cuantía de las bajadas de impuestos. Y ni siquiera... porque alcanzaron una entente en tiempo récord para eliminar el impuesto a los muertos y el de Donaciones. El guión parece plagiado al más puro estilo Pedro Sánchez del que se escribió en esa maravillosa tierra que es la Andalucía de Averroes, Velázquez, Cánovas, Castelar, Picasso, Lorca, Machado o Manolete. Que, como decía La Lupe, «la vida es puro teatro» lo certifica el hecho de que volvemos a las andadas. Y, al final, pasará lo que tiene que pasar: que PP y Ciudadanos se pondrán de acuerdo en Madrid, en Castilla y León, en Murcia y en Aragón.
Los de Casado tendrán que renunciar a alguna plaza, que no será ni Comunidad ni Ayuntamiento de Madrid, y asunto resuelto. Lo que nadie entendería es que se perdiera la oportunidad de devolver a la normalidad y al constitucionalismo un Ayuntamiento dejado de la mano de Dios. O que se regalase la Comunidad a la izquierda con el consiguiente sablazo fiscal que se une a los 26.000 millones que nos birlará Sánchez en los próximos cuatro años. Sería el fin de Ciudadanos y/o de Vox. Que ni Rivera ni Abascal olviden que más del 80 por ciento de su apoyo procede de antiguos simpatizantes del PP. Y ninguno de ellos entendería una traición a lo que votaron. Un suicidio en toda regla. Ellos mismos.
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