Opinión
USA-China (III): Ventajas innegables
En el enfrentamiento innegable entre Estados Unidos y China, es esta segunda potencia la que goza de ventajas innegables. Algunas de ellas ventajas derivan directamente de la complicación de tomar decisiones en una democracia. Los antiguos griegos ya tuvieron ocasión de contemplar cómo la democrática Atenas estaba condenada a perder la guerra con la totalitaria Esparta siquiera porque la primera no supo poner freno a la demagogia. Poco ha cambiado. China parte con metros de adelanto desde el momento en que su gobierno no responde ante los electores, ante la oposición o ante la prensa.
En el camino no hay obstáculos ni hay que mirar con el rabillo del ojo a las próximas elecciones y – lo que es más importante – es posible fraguar planes que se desarrollarán durante décadas sin temor de que los invalide el siguiente partido en el poder. Todo esto ya es bastante inconveniente, pero además existe otro mayor que pasa desapercibido. Si en estos momentos existe una nación que sigue la política exterior de los Padres fundadores de Estados Unidos es China y no el país que establecieron en 1776. China ha decidido de manera consciente y firme no lastrar su política internacional con alianzas militares y mucho menos participar en conflictos bélicos. Por añadidura, ha decidido comerciar con cualquier nación independientemente del régimen político que la rija. Como culmen de esa política sagaz, China es muy generosa al adquirir las materias primas y muchas veces, contra la garantía de recibirlas, crea las infraestructuras de la nación que se las vende. Estados Unidos
– como si sus presidentes nunca hubieran leído a Washington o a Jefferson – emplea el cincuenta y tres de su presupuesto en gasto militar, limita el comercio que podría beneficiarlo con medidas de sanción económica y está todavía empantanado en guerras que no ha ganado en los últimos veinte años y cuyos efectos han sido innegablemente desastrosos. Para colmo, frente a políticas clientelares seguidas en Estados Unidos, China ha atado corto cualquier movimiento particularista; frente a las subidas de impuestos, mantiene una fiscalidad muy baja y frente a un aislamiento cultural que apenas ve más allá de las fronteras, muestra un enorme interés por aprender y conocer lo que le es culturalmente extraño. No es un panorama para quedarse tranquilo. A fin de cuentas, Estados Unidos es la mayor democracia del globo y China es una dictadura comunista.
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